«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

lunes, 23 de febrero de 2015

Las dos zancadillas del 23- F



34 años. Mucho tiempo. 

Quienes teníamos ya 17 o 18, ahora tenemos más de 50 años.

Sin entrar a discutir si el 23-F fue o no fue, era o no era, o dejaba de ser. Las dos zancadillas de Tejero a Manuel Gutiérrez Mellado, fueron dos zancadillas a todos los españoles.

Hoy todos recuerdan al pistolero Tejero, con el “quietos todo el mundo”. A los cagados señores diputados, con minúscula.

Quiero resaltar hoy que Manuel Gutiérrez Mellado dio la cara. Plantó cara. 

Espero y deseo que los políticos actuales regeneren los ideales que esas zancadillas inuties sostuvieron.

Sería un descanso para los españoles que, todos los partidos y aquellos que deshonran ese valor en las próximas elecciones padecieran una zancadilla. Seguro que caerían, pues su patriotismo es de paja.

Hoy quiero reivindicar a Manuel Gutiérrez Mellado.

viernes, 20 de febrero de 2015

TREiNTA Y SIETE .- La EP y YO. Agonia.

(A Nuria y Josep. Y a Vicente. Y a Loli, Ana, Paco y Pepe)


- Te he enviado un correo.

He mirado, en ese mismo momento la hora del teléfono, son las 18:30, suena un “clinc”, y veo un “wasap” tuyo, y otro de la profesora de Bienestar Familiar.
- Vicenteeeee....q dormiaaaaa.

Miro el ordenador donde la hora sigue siendo la de España, son las 0.30.
 
Es verdad, pero para mí son las 18:30.
No recuero nunca la diferencia de las 6 horas.

Más tarde, seguro que ya muy despierta, y habiendo leído ese correo-despertador que te envié fuera de horas civilizadas, me envías un “wasap”:

- Cómo ha ido con el médico?. – preguntas.

Miro la hora. Todo el día fuera. Y pienso:

- Ni se te ocurra contestar ahora, volverias al:




- Vicenteeeee....q dormiaaaaa.

Y me pongo con este correo:

Perdona. Mucho amor. Hoy es san Valentín.
Últimamente tengo sin sonido el teléfono. Allí, además de las llamadas, desvié correos, Facebook´s, Twitter´s  y todos los líos en que estoy metido. No me acuerdo de darle voz y cuando miro hay una retahíla de mensajes, enlaces y correos. Y ya no es hora de ponerse a  lanzar correos y “wasaps”.

Veré de enviarte este correo a un hora decente y en ella te contesto a la pregunta.

El neurólogo, Oscar Carvajal Mejía, creo que tendrá unos 35 a 40 años. Es mi segunda visita, las programa cada tres meses. En la primera, además de reconocerme me facilitó su correo, teléfono móvil, y cómo no !!! …, el “wasap”.

Le conté las andróminas en que estoy metido y las penas y glorias de estos últimos cuatro años.


Hoy me ha reiterado su disposición y que tenía una buena noticia, las recetas caras que necesitan de autorización, antes solamente valían por tres meses, ahora serán para un año. Se persigue que si las citas se retrasan tengamos medicamento.
Me dio nombres y teléfonos de 5 afectados de mi edad. He hablado con el más activo pero con los otros todavía no he contactado. Puede ser que te explicara ya esto. Hemos quedado por la semana que viene.

Bien, muy bien. Amable y cercano sin llegar a compadrear. Me gusta. En general me gusta el trato aquí.

Mi neurólogo de Denia me programó la cita para marzo, pero no había agenda y me la dieron para el 11 de junio. La semana pasada le envié un correo haciéndole un historial de cómo estaba. Me contestó dándome unas pautas. Le expliqué de mi neurólogo de aquí, y le dije que este no tenía ningún problema a seguir su prescripción. Quedamos que en junio le hare un nuevo historial, y le enviare la exploración del de aquí, si no voy a España.

El de cabecera tiene entre 25 y 35 años. En cada visita, mide, pesa, toma la tensión, ausculta y explora el abdomen al paciente. Siempre.

El Sol aquí es fuerte y en mi familia somos de piel delicada. Las quemaduras y pupas en la cabeza son comunes. El de cabecera me remitió al dermatólogo y he tenido una sesión de cauterización de estas pupas. De ahora en adelante tengo que llevar gorra, y las más de las veces la olvido.



El funcionamiento sanitario aquí es como sigue:

Existen unas mutuas privadas, no sé el Estado que tipo de control ejerce, pero alguna ha sido intervenida. A los asalariados la empresa los tiene en una mutua.  De la cantidad aportada se destina un 60% al gasto sanitario y 40% a pensión. Cada mutua tiene sus clínicas, médicos y droguerías (farmacias), aunque algunas los comparten. Tienen el sistema informatizado, por lo que todos los médicos tienen acceso al historial médico del paciente.

El autónomo o independiente cotiza mensual, pension+sanidad, y asciende a 84 euros, 60% pensión del titular y 40 sanidad. El titular tiene beneficiarios en cobertura sanitaria, estos con casi los mismos derechos que el titular. Cualquier visita, examen, análisis etc, hay un co-pago de 0,92 euros. La limpieza, empaste y extracción dental entra dentro de la cobertura. En caso de ingreso hospitalario el titular no paga nada, los beneficiarios una cantidad conforme al estrato económico.

Como en todos lados la saturación y listas de espera existen.

La prescripción se hace por un tiempo, sirviéndose los medicamentos, exactos, para cubrir ese periodo. Es decir, no se venden cajas, se venden blísteres recortando exactamente las pastillas que corresponden al periodo. A veces te dan tres o cuatro retales de blísteres que han sobrado de otros.


Algunas pastillas son totalmente gratis, otras hay que pagar uno %.

Me estoy durmiendo. Dejo este escrito y me acuesto, he dormido una hora la noche anterior. Ahora vuelvo.

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He vuelto.
Son las 4:21 horas.
He dormido. He dormido bien.
Y es que tengo alguna preocupación menos y la ayuda de la pastilla.

No me acuerdo donde me quedé. Bien. Solamente decir que me da confianza. Y que con la disposición mostrada por los dos médicos, me siento tranquilo.
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Aunque a miles de km. el milagro de Internet me mantiene en contacto con lo que me da alegrías y me entristece.

La intranquilidad y la preocupación están en esta justicia lenta y que no tiene en cuenta nada.

Son duros los momentos. Muy duros.
Espero, como dicen: “poder contarlo”. Aunque esta etapa cuando acabe, que acabara, estoy seguro, la quiero olvidar y enterrar.

No se los efectos que producirá en la enfermedad, pero por algún lado petará.


Pero me hice el propósito de ser fuerte, De no dejarme. De inspirar y espirar fuerte. Oxigenar esas malditas neuronas, con objeto de que aguanten un poco más.
Y cuánto el nudo por fin quede del todo desatado, poder devolver y agradecer.

No sé aun cómo.

Pero la ayuda y la confianza que unos pocos, y no son familia, entre ellos tú, me están prestando y ese propósito firme de no doblegarme ante la adversidad, me harán estar a la altura cuando llegue el momento.
Que pases un buen día.
Un beso

Vicent, 

viernes, 13 de febrero de 2015

La guerra de mi vida.



Me atrevo en esta entrada a decir que hay varias formas de guerras, y aquí voy a denominar dos, la guerra de ejércitos con armas y guerras de actitud.


La televisión en España empezó a emitir en 1956. Pocos eran los que se atrevieron a comprar aquel aparato, por caro y por desconfianza.

En mi casa, calculo yo, que ya lo teníamos en el año 1963. El asesinato y funerales de John Fitzgerald Kennedy ya lo seguimos desde la tele recién estrenada.  

Desde el año 1959 al 1975 en todos los Telediarios la noticia estaba en un país, el cual casi nadie sabía ubicar en lo que en aquellos tiempos se llamaba mapa-mundi.

Estos días se cumplen 42 años de la derrota, "huida", de los Estados Unidos del Vietnam. La no guerra del Vietnam, no existió oficialmente, pues nunca nadie se la declaro a nadie, ni hubo rendición de parte alguna. La excusa de la defensa de Vietnam del Sur como país democrático, frente al comunista del Norte, no era cierta. EEUU pretendía establecer una base militar en ese país. Y lo que comenzó con unos hostigamientos de la guerrilla del Frente de Liberación (Viet Cong), siendo presidente Kennedy, con un destacamento de 11.000 soldados, fue creciendo con los posteriores presidentes, Nixon, Jhonson y Ford, llegando a finales de 1960 a 500.000 soldados con el presidente Jhonson.

Fue la guerra de mi vida, pues todas las noches cenábamos con Diego Carcedo, Miguel de la Cuadra Salcedo desde Vietnam y Jesús Hermida desde Washington. 

Fue una guerra sin censura, los periodistas iban detrás de los soldados americanos, que tenían una media de edad de 19 años, vestidos como ellos para evitar errores. Llegaron a participar hasta  2.300 periodistas, de los que solo 5 eran soviéticos.

Mientras aquello que parecía una serie de televisión ocurría en la selva de la península Indochina, se producía el asesinato de Kennedy y del Che, el mayo francés del 68, la llegada a la luna,  la explosión del negocio del petróleo, la minifalda, la lucha por los derechos civiles … 

La revista Life publicó las fotos de los soldados muertos en una sola semana 242, y empiezan los movimientos pacifistas, con la música de los Beatles. Los soldados vuelven a escondidas, tantos muertos empiezan a “oler”. Hay deserciones.

EEUU bombardea y quema pueblos enteros, usa armas químicas, se da a conocer lo sucedido en la aldea de Mÿ Lai. En la Navidad de 1972 se dejan caer 20.000 toneladas de bombas.

Se calcula que murieron entre 1 y 5 millones de personas.

EEUU tuvo 58 220 muertos y  303.000 heridos.

Saigon es hoy una ciudad llena de bancos y multinacionales, como cualquier ciudad occidental. 

Y la guerra fue un negocio que aun hoy perdura. Los jóvenes que no murieron, aquel infierno los dejos lisiados y a casi todos tocados. Y como una vergüenza nacional se les tiene ignorados.

En el Cementerio Nacional Arligton, hay miles de cruces alineadas, son los muertos. Una guerra con muertes físicas. Y con muertes psíquicas y emocionales.

Esa que he relatado, pensaba yo, era la guerra de mi vida desde la butaca cómoda de mi casa. De lejos veía muertos, heridos, lisiados, idos, …. Horrores, odios e impiedad.

Pero sea como sea, hay que considerar que hay guerras sin sangre. Con dos o 2.222 contendientes. Guerras que no desangran, pero desgastan cuerpo y alma. Son las guerras incruentas, las  guerras que se libran en silencio entre parejas, entre hermanos, entre padres e hijos, vecinos, pueblos, etc.

Y concreto más. Esas guerras familiares que desmienten que las palabras, frases y caricias de otros tiempos fueran verdaderas. Puede que quien así se expresara confundiera amor por comodidad y buena posición. Esas guerras que destrozan psíquicamente a los contendientes y a los hijos, si los hay.

Esas guerras en las que no se conforma el agraviado con la sentencia de un juez, necesita ver arrastrándose al herido de muerte. Y además busca la excusa para castigar al resto de miembros de la misma sangre del condenado.

Guerras que a veces se ejercen sobre enfermos. Guerras donde vale todo, donde la influencia de la enfermedad y la medicación no se reconoce, y se aprovecha su debilidad para hundirlo más aún.

Estaba equivocado, la de Vietnam era la guerra sangrante de mi niñez, ésta última es la verdadera guerra de mi vida.

domingo, 1 de febrero de 2015

Donde yo vivo ( X ). Las Peñas Blancas y el tesoro del Cacique Calarcá.


Las Peñas Blancas
Desde la terraza observo cada día unas curiosas manchas blancas en la pared de la montaña. 

Cuando no da el Sol directamente, las manchas desprenden una luz, como de lámpara fluorescente. A veces pasan días y no se ven, las nubes andinas cubren las crestas de la cordillera.
 
Son las Peñas Blancas, unas formaciones rocosas lisas en la montaña  de la Cordillera Central, rodeadas de verde de pasto y bosque. Parecen una señal. Un mojón que señala donde se encuentra el tesoro del Cacique Calarcá,  personaje real, feroz y aguerrido, que lideró la resistencia contra la invasión española en la zona.

No. No pasa desapercibida la excepcionalidad, ni para los residentes o para los visitantes. Cuando conoces la leyenda, y visto lo visto, no dudas que es cierta, y tienes que creer que allí el jefe indio, el guerrero indomable e implacable, escondió todo su tesoro en las profundidades de la montaña, por cavernas impenetrables y malditas, para que los españoles nunca lo encontraran.
 
Cafetal
Generación tras generación no han faltado valientes ni aventureros que se atrevan a penetrar en las profundidades de las Peñas Blancas, tratando de encontrar el fabuloso tesoro entre el cual se dice había indios de oro en tamaño natural. Nadie lo ha encontrado, que se sepa, pero son célebres las anécdotas de desafortunados que escalan la roca y se despeñan o de aventureros que penetraban por las cavernas y no regresaban jamás. 

Pasado el tiempo,  los descendientes de los españoles bautizaron con su nombre, como homenaje, un próspero pueblecito a los bordes de la cordillera, que creció a la par que la exportación cafetera, Calarcá.

El abismo de la Peñas Blancas
Para quien esto escribe la fascinación o el subconsciente se manifiestan en una inquietud y desasosiego creciente, hay un deseo, una urgencia por pisar ese lugar, como un hidalgo extremeño, arruinado y sin propiedades, perseguido por una injusta justicia.  Como los alucinados conquistadores, desesperados en busca del mito de El Dorado.   

Desde el territorio Quimbaya, donde ahora vive, donde los indios eran unos expertos orfebres del oro, y desde el punto crítico donde se observa el abismo de 300 metros de las Peñas Blancas, pide, como cada día, terminar por encontrar el mítico El Dorado, en forma de olvido, tranquilidad y paz.

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Museo del Oro Quimbaya.