«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

lunes, 19 de septiembre de 2016

La “Ex” de mi amigo.


Mi amigo tiene una “Ex” que solo vive persiguiendo la forma de que este sufra, que no viva ni un minuto sin sentir que ella esta jodiendole la vida. 
 
Mi amigo tardó en comprender que a esa “Ex” solo le interesó de él que le diera una vida cómoda.

Cuando mi amigo enfermó, no supo estar a la altura. No se interesó ni se informó de las consecuencias que conllevaba esa enfermedad. En su defensa diré que su coeficiente intelectual debe estar por debajo de 80.

La pareja tiene dos hijos, uno ha heredado el coeficiente de su madre. Con ese coeficiente ha sido capaz de negar lo que mi amigo le dio. Ha sido capaz de valorar el estadio en que se encuentra su enfermedad. Ha sido capaz de mentir sobre la situación de la “Ex”.

El otro, cuyo coeficiente es superior a 100, cree que practicando la neutralidad, callando lo que sabe, olvidándose de  lo que recibió, poniendo bajo el ala su cabeza, practicando la neutralidad desviada hacia la “Ex”, es suficiente. 

Mi amigo, asumió su enfermedad, se encuentra activo, no se amilana, lucha cada día por vencer los obstáculos que se presentan. Aunque hay muchos a su alrededor que le ayudan y no tendrá suficiente vida para agradecerlo,  confía en sus propias fuerzas. 

Es feliz, como todos, aunque siempre falta algo para serlo totalmente, pero más feliz que con la falsa felicidad anterior. Eso desencaja a la “Ex”.

Mi amigo fue divorciado por una juez. Mi amigo se impresiono del cuadro,  y se supone que la juez  vio tan calamitoso el estado de la “Ex” que le  asignó una pensión de algo superior al salario mínimo. La pobre “Ex” llegó al juzgado tullida, teñida de blanco y como la Virgen Dolorosa, con un pañuelo en las manos que hacia servir para secar unas lágrimas fingidas.  A los tres días a mi amigo le envían un video con una “Ex” Ave Fénix.

La “Ex” de mi amigo tiene necesidad de justificar esa ruptura, llamó telefónicamente o se persono sin invalideces, a familiares, amigos y conocidos, pregonan falsos robos,
mostrando libretas bancarias a 0, previamente vaciadas por ella misma. Rescato un magro plan de pensiones que mi amigo le había suscrito y le había ido alimentando. Pregona  miles de engaños del Casanova de mi amigo. En su cruzada justificativa no está sola, cuenta con la inestimable ayuda de una heraldo de coeficiente similar.

En su delirio de venganza, de castigo, ha llegado a inyectar tal veneno a los que la rodean que, entre otras, la hija ha realizado el cambio de apellidos en el Registro Civil. Mi amigo cree que será que porque no es su hija. Mi amigo está preocupado no la vayan a llamar hija de ….

La “Ex” es una asidua de los Centros de Salud y Hospitales. La vida le ha regalado 8 o 9 operaciones y dos partos. La madre de mi amigo la acogió en cada uno de esos periodos, le aguanto vómitos, reflujos, sanguinolentas heridas, quejas y ¡ayes!, en cada ocasión. La madre  de la “Ex” no podía, a decir de ella era demasiado gallina. 

El agradecimiento a todo aquello es la ignorancia y el desprecio de la “Ex”, y sus dos queridísimos hijos a los abuelos, los cuales no merecen tal desdén.  A mi amigo le consuela que es la naturaleza la que tiene la culpa. El coeficiente, el coeficiente …

Aunque pregona una pobreza absoluta, por el “saqueo familiar” (palabras de la abogada) realizado por mi amigo, el patrimonio común está bajo su control. 

Mi amigo está inmerso en una batalla judicial. La estrategia no es finiquitar el contencioso, la estrategia es prolongar lo más posible la solución final, apoyándose en los plazos y los recursos y contra recursos que le ofrece la ley, sumando el retraso existente en los procedimientos  de la Administración de Justicia. En fin, cansarlo. Tenerlo en vilo para que purgue los supuestos crímenes.

Las últimas vueltas de tuerca son, que los muebles que el padre de mi amigo hizo con sus manos y que quedaron en el domicilio familiar ya no están allí, que se los llevo mi amigo. Y que los más de 300 libros, a los que la “Ex” odiaba  porque distraían tanto a mi amigo, por lo que se da a entender, Dios sabrá si no habrán ardido en una pira al estilo de la Alemania nazi acaecido en la Bebelplatz de Berlín, el 10 de mayo de 1933, o en abril de 1979 la quema de libros considerados "catalanistas" en la Plaza de Manises frente a la Diputación Provincial de Valencia. O la crema dels manuscrits o còdexs maies pel sacerdot Diego de Landa a la localitat de Maní (Yucatán) el 12 juliol 1562.

"Hallámosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, (...)"
Diego de Landa

Mi amigo resumió su experiencia de esta semana, así:

“Una desencajada gorda resentida rodeada de interesadas abogadas pseudo feministas”.

Dice mi amigo que la jefa de las letradas no tuvo ovarios de mirarle a la cara, porque es consciente de la ignominia.

Y yo, como mi amigo, pienso que la conciencia  estas profesionales la llevan en semejante parte, oliendo al orín que se les escapa, sobre todo por el placer que sienten en ganar, en machacar a base de falsedades, sin impórtales hijos, enfermedades o situaciones personales,  todo les vale,  invocando un “pagado” pseudo feminismo.

Mi amigo dice que la mejor decisión de su vida fue dejar atrás 30 años de mierda.

viernes, 9 de septiembre de 2016

El respeto al político.


Como declaración de principios diré que, toda persona merece que se respeten sus ideas i manifestaciones, siempre que estas no se salgan de las costuras que establecen las leyes.

Dicho lo anterior, todas aquellas manifestaciones y opiniones sobre las personas, por muy duras que sean y que no contravengan la mencionadas leyes, será responsabilidad del que las manifieste, hacerlas menos duras y ofensivas, o más corrosivas y punzantes.

Estoy convencido que el común de los españoles hemos adquirido un hábito hacia los representantes públicos, insultante y desconfiado, y que aplicamos en cualquier momento y a cualquier persona, político o carnicero,  sin valorar el grado  de merecimiento del calificativo.  En principio se le da el más grande y ofensivo, y después, pocas veces, se rebaja.

Pero falla algo entre nosotros, o no entendemos la actitud que los políticos practican después de un rifirrafe. Mirando el asunto parece como un código de caballeros.

En el hemiciclo del parlamento, desde las poltronas o desde la tribuna, se vierten palabras, frases, acusaciones, amenazas  y denuncias, algunas de escandalosa actualidad y ciertas, y  al rato, después de hirientes cornadas,  los verracos  se van a comer juntos, o se les ve en animada charla y entre sonrisas.

Nos choca y mucho. ¿Cómo pueden separar sus diferencias en la actividad política, de la actividad personal?. 

Recuerdo un Alfonso Guerra hiriente e insultante en la tribuna contra Adolfo Suarez, en el papel de poli malo y Felipe González en el de poli bueno. 

Después se van  a comer Lhardy, Los Galayos, Botín, La Ancha o el Ateneo. Sus mesas han servido de cobijo durante años a diputados, secretarios, subdirectores, ministros y aspirantes a políticos. Pactos y traiciones se han fraguado entre cucharadas de cocidos, callos, sopas y viandas variadas.

 

No sucede así en la política local. Aquí, en este ámbito, la crítica acida hacia un político es recibida por este y su clac como si a la madre de alguno se mentara. El crítico pasa a la lista de enemigos, y a los enemigos ni agua. 

 

¿De qué va esto, Vicent?. 

 

Pues tan sencillo, como respetar y ser respetado. 

 

El político es el primero que debe respetar. Y respetar en el amplio sentido de la palabra. No respeta, cuando incumple su programa y sus promesas. Cuando tergiversa a su favor, pensando que los administrados nos chupamos el dedo. Cuando promete, tan solo por contentar al ciudadano que lo aborda en la calle. No respeta, cuando odia, le retira la palabra, pone trabas, o peor aun cuando se mofa en privado de alguno de sus administrados. 

 

Después de la corrupción, el respeto al ciudadano en el sentido en que he expuesto, es el segundo gran pecado de los políticos “locales”. 

 

Si quieres respeto, cumple promesas, no mientas y trata por igual a los pelotas y a los críticos ácidos. 

 

Difícil ejercicio para estos mediocres politicos aficionados, aunque lleven 20 años ejerciendo.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Otra cara.



Después de aquello del Prestige y los hilitos de plastilina, perdí cualquier atisbo de simpatía por Mariano Rajoy. Después, con aquello de calificar a Zapatero, entonces Presidente del Gobierno, de “bobo solemne”, acabo por colocarlo en mi ranquin particular entre los cinco políticos menos valorados. En mi ranquin particular caben concejales y alcaldes, sobre todo.

Sera pues, un honor para los componentes de mi ranquin, el compartir la poca simpatía que me produce Rajoy. El ranquin, ya me repito demasiado, lo encabeza un expresidente promotor de una guerra y un alcalde sin palabra.

No. No, dijeron a la investidura de Pedro Sánchez en el mes de marzo, después de las elecciones del 22 de diciembre. Un no respetable. Un “no” político, pero que dentro de la lógica política podría haber sido, también,  una abstención. O por lo menos, así se entiende debía de haber sido entonces, ya que ahora para Rajoy se pide la abstención para facilitar su investidura.

No fue entones, hubo elecciones y no se consideró un cuasi delito de poco patriotas. Ahora, la culpa de que el señor de la plastilina, el de las frases ocurrentes, de poca gracia y poca profundidad, no sea investido y se produzcan unas nuevas elecciones, son los del “no”. 

Mi análisis personal, recalentado por un verano que me mata, es el siguiente:

-          -  Un pacto de Pedro Sánchez con otros partidos, al que veo poco factible. Demasiados gallos con aspiraciones personalistas. La vieja frase “altura de miras”, por vieja, no entra en sus aspiraciones. La cultura del pacto, dar y ceder, esa no ha calado aun en las formaciones nuevas y en las viejas se perdió.

         --  Un cambio de cara de candidato en el PP. Un señor vetado en el parlamento y poco valorado en su partido debería dar paso a una reflexión en el PP y plantear otro candidato. Por supuesto que no esté en la lista de sobresueldos de Bárcenas, como lo está Rajoy.
Sería un gran paso, un gesto que le honraría, dar un paso atrás, y dejar paso a un/a candidato/a  limpio, creíble, capaz, serio, respetuoso y convencido de llegar a pactos y cumplirlos.

Es toda una declaración de poco convencimiento la frase que Rajoy pronuncia en el debate de investidura:

"Francamente, no creo que el señor Rivera y yo pasemos a la historia por el acuerdo que hemos firmado el otro día", decia en su réplica a Pedro Sánchez antes de matizar: "A lo mejor pasamos por otra razón, Dios quiera que buena, señor Rivera".

Patético.