«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

lunes, 31 de agosto de 2015

La Pepita de Cal Sarroquí.

                                                          Estoy seguro que muchos de los aquí presentes podrían decir unas palabras, mejor que yo, muy apropiadas en el momento y a la persona que despedimos de esto que llamamos mundo.

Por eso, espero que las cuatro pinceladas que voy a esbozar, y que son las que harán que recuerde a la Pepita coincidan con la idea que tenéis vosotros de ella.

No he pasado por el trance de perder a mis padres. Hasta hoy no sabía que sentían, ni sabía que decir a mis amigos y conocidos que estaban pasando por esos momentos.

Hoy ya sé que se siendo. Siento un vacío, siento los cortocicuitos y flases que se producen en mi cerebro. Las imágenes y momentos que reviven situaciones, siempre agradables.

Cuando por la mañana sacaba la cabeza por la ventana, y miraba desde arriba, fuera la época del año que fuera, Pascua, Navidad o san Jaime, muy temprano, ya estaba con un pañuelo en la cabeza, los brazos siempre al descubierto, con la escoba peleándose con las hojas caídas del otoño, o con la manguera de chorro abundante, refrescando el hormigón del patio, en verano.

Esta mañana he mirado y no estaba.

Durante veinte años he pasado temporadas bajo el techo de Cal Sarroquí, he admirado su energía, sus movimientos, sus pasos de mujer resuelta. Todos los movimientos denotaban una fuerza que a mí me impresionaba.

Por las mañanas me encontraba en la reja de la puerta el periódico, que bien temprano había recogido y lo había doblado, fresco, a punto para que cuando nos levantamos pudieramos enterarnos de las noticias.

Y me preguntaba cómo si le preguntará a otro:

- Que al Vicente no ha dormido?.

Por ser el mas madrugador.

- Que al Vicente le gustará?.

.Para preparar algún de sus deliciosas comidas.

Siempre la sentí muy pendiente de mí.  Me sentí querido. Mi admiración por el brazal de agua corriente y anegado el césped, cosa impensable para mí, viniendo de tierra seca. Sus plantas, sus flores, sus gatos y gatas, los pavos, gallinas, conejos ….Me explicaba, me daba lecciones de pagés, de cómo se puede ser autosuficiente.

Cuando ella decía “el Vicente”, sentía un orgullo interno, sentía cómo si me destacará entre todos. No. No era así, ella tenía para todos.

Era el ejemplo y motor de la familia, pendiente en todo y dedicada en pleno.

De repente, en los atardeceres de invierno, estaba reavivando el fuego del hogar, que nosotros no teníamos en cuenta.

De repente, salía un vehículo. Era Pepita que marchaba, manejando con soltura.

Su mesa del jardín situada en un lugar agradable, y rodeada de frescura y color, era lugar de reunión de las vecinas, una tradición perdida que ella mantenía viva.

Yo confundía a veces si eran las vecinas o era el puesto de trabajo del grupo de costureres, sonrientes, viviendo el camino de la vida y yéndose, despacio, en un orden casi natural. Ella, no podía ser de otro modo, es la última de las costureras de La Bordeta.

Sé qué palabras no voy a escuchar cuando llego de vuelta a “Cal Sarroqui”.

Desde lo alto de la escalera preguntaría:

- Que, al Vicente le gustado la ceremonia?.

Hoy sé que he perdido a la Pepita, a vuestra madre, mi madre.

(Texto leido en el funeral de Josefa Alentá Calderó  "Pepita de Cal Sarroquí" en Lleida el 30 de agosto de 2015)

martes, 4 de agosto de 2015

Pues, sí home, sí.

Hoy empezando agosto, derretido por tantos días seguidos de calor, de sudor, de deslumbramiento ocular, insomne, me repito varias veces: "Pues, sí home, sí".

El tío Pepe "Rafel", repetía la frase, al final de la velada de la "descorfá", una infinidad de veces. Nosotros "por lo bajini" repetíamos el "pues, sí home, sí". Eramos unos críos burlones. A dichas burlas el tío Pepe no prestaba atención, y pienso yo, creería,  serían tonterías de críos.

El tío Pepe, vivía solo, era soltero. Muy mayor, lo veia yo. La casita donde vivía no era de su propiedad. Vivía allí ya, cuando mis padres construyeron la casita de Canoret, a finales de los sesenta. El campo era su medio de vida. Trabajaba de jornalero para quien lo quisiera contratar.

Sus visitas en los atardeceres de agosto, entonces aún sin horarios de verano, eran esperadas y a la vez, temidas. 

La recogida de la almendra empezaba con las vacaciones de mi padre. El Taller de Ivars cerraba en agosto. Durante el mes de julio viajaba cada dia  de Benissa a Canoret con la Mobilette, en agosto la maquina descansaba, y todos no sentíamos mejor al tenerlo todo el día con nosotros. Las tardanzas en el mes de julio nos preocupaban, y eso que el tráfico ni remotamente era como ahora.

Las almendras recogidas por la mañana, pasaban, una a una, por la tarde-noche, por las manos de todos a una.

- Me voy por las ramas. 

Siguiendo con la esperada y temida visita del tío Pepe "Rafel", tendré que explicar el motivo de tal contradicción. 

Allá voy!!!.

Era esperada por todos, pues además de ayudar, amenizaba con su conversación, terminando su discurso, o como contestación a sus interlocutores, con el "pues sí home, sí".  Para los  jóvenes sentados alrededor del cañizo,  repleto de almendras en su vaina, esperando ser extraídas por los descorfadores, era un divertimento.                                     Su conversación era amena y los temas eran variados. Se notaba que leía o escuchaba la radio. Ha pasado el tiempo y no recuerdo bien, pero creo que su amor a Franco no era excesivo. Y en aquellos tiempos expresarlo era un poco atrevido.

Habia yo comprado, sin el consentimiento de mis padres, una cassete portatil a Rafael el de "les televisions". Una de las noches de visita del tio Pepe, se me ocurrio poner aquel aparato en modo grabación. Al reproducir lo que havbia grabado, se oia la voz clara del tio Pepe dando su version del las bombas de Palomares y del ridiculo Manuel Fraga con aquellos calzonazos..

Al oír aquello, espantado, dijo:

-: ¿Eso lo he dicho yo?..Rómpelo, rómpelo.

Y era temida su visita  porque no tenía hora fijada para finalizar. No entendía las indirectas y la escoba puesta al revés no producía efecto alguno.

"Pues sí home, sí", era, al día siguiente la frase estrella, con ella se contestaba a todo. 

¿Donde estará el tío Pepe "Rafel" y a quien le repetirá la frase?.

Allá donde esté, hoy le recuerdo aquí.

¡Gracias por tu compañia!

"Pues sí home, sí".