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Atchiiisssssssssssss!!!!.
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Salud. (Jesús).
Parece que sí. Que la
señorita Marina Salud tiene una enfermedad, últimamente muy frecuente, y el
diagnostico es baja Solvencia.
Dicha enfermedad, se ha
comunicado ahora, pero los tutores de la señorita Marina Salud comunicaron, en
cambio, que en el año 2011, su salud era
tal, que había ganado 968.000
glóbulos.
La secretaria autonómica,
aun remacha que, la señorita Marina Salud, a duras penas puede hacerse cargo de
las niñas del Área 13, como para tener
que cargar con la vieja de Pedreguer
y la orgullosa de Denia.
Un representante de los
sufridores de las toses de la señorita, comenta, que en la reunión del Consejo Medico, se presentaron las quejas de los que
supuestamente, Marina Salud, es
protectora. Vaya, hay para todos lo
gustos. Un poco casquivana la tal señorita.
A la enfermedad de la
Solvencia, otros la llaman Insolvencia. Ahora no se sabe cual vale. Tan pronto
se es solvente como no. Para mi son lo mismo, ya que al final es un nada de
nada esfumado. Mire por aquí, mire por allá, y ya no esta.
No se sabe como, teniendo
habitaciones cerradas, nomina de médicos mileuristas, agendas cerradas para
camuflar las listas de espera, y exprimiendo al máximo todos los jugos, se haya
insolventado.
La solvencia y la
insolvencia de la enfermedad de Marina Salud, no cabe duda, viene, en parte,
heredada de sus padres y padrinos. El apuesto y aguerrido Bancaja y la
desflorada mil veces CAM, engendraron junto al padrino DKV (furgonetero), a la
rebelde, inconstante y lista cerrada Marina a Salud.
Se cuenta el caso, de que
los pedigüeños de Benidoleig le quieren disminuir la maldita Solvencia. Piden
que dedique más glóbulos en esa población. A los descarados les chupan la
sangre en un pueblo y les dan los resultados en otro.
Por fin, la secretaria
autonómica ha emitido la receta para la erradicación de la enfermedad que
aqueja a la inefable Marina Salud:
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Los duplicados de tarjetas SIP, se tendrán que pagar.
¡Gran ahorro, sí!.
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La lavandería y la cocina, se le adjudicara al mismo
amigo.
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La reordenación de recursos asistenciales entre
centros, o sea, menos de todo.
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Un mayor control en la derivación a centros privados.
Solo a los de los amigos, porque los otros no sueltan comisión.
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Los extranjeros, que paguen. Y claro, nosotros también
allí.
Un compromiso por parte de
la secretaria autonómica, dar la mayor=menor información posible a los
representantes vecinales de la evolución de la enfermedad, ya que eso produce
desasosiego en la población, y a veces una epidemia de indignación.
Amigos, barbas a remojar.
Bolsillos aflojar.