
En el caso de la política, y me voy a quedar
en los ayuntamientos, las experiencias se repiten y siempre con los mismos
resultados. De ello saben los empleados públicos, que a través de los años,
comprueban la entrada de lerdos en la administración y el procedimiento
administrativo.
La constitución de los equipos de gobierno
con la entrada de nuevos concejales,
produce cambios y desplazamientos de influencias y poder. Y si hay “un bisagra”,
ya entonces, aparece con mucha frecuencia la cojera del gobierno por la
aceptación de cualquier propuesta, por descabellada y peregrina que esta sea.
Todo sea por mantenerse en el poder.
Voy a puntualizar el objeto de mi reflexión.
Prácticas políticas del gobierno local:
- - Obviar a los buenos profesionales públicos (Indiferencia total en
algunos casos).
- - La sabiduría adquirida junto al acta de concejal, le alimenta el ego
de una manera desorbitada. Sabe de cualquier materia, por eso ha sido elegido.
Ni hablar si es relegido. Y apaga y vámonos si es re-re-legido.

- -
Cambio de decoración del despacho. Nueva mesa, sillas, luces, cuadros
…
- -. El acompañamiento de un asesor/a personal. En la mayoría de las
ocasiones es un enchufe, que para desgracia de la población, cobra un sueldo
importante, sin tener, en algún caso sangrante, luces suficientes para entender
de lo que se le habla. Eso si, tramita sus asuntos desde el despacho y con línea
de internet sin censura. A falta de que asesorar el “asesor/a de no se nada”, se
dedica a lo suyo, y tiene despacho profesional pagado por todos.
- - En todos los casos, cuando el concejal aumenta su poder dentro de la
corporación, desde ese momento, el departamento crece en efectivos de personal
y medios, sin ser esa la necesidad. Pero el concejal se rodea de signos de
poder, que es el alimento y señal de su
poderío.
- - Tomas de decisión que lesionan la profesionalidad de los trabajadores,
restructurando departamentos estructurados y la elección o confianza a persona
que no son apropiadas al perfil. La
consulta a los profesionales es nula, se rodea de uno o una camarilla
generalmente resentida y no de los mejores. La suerte ya esta pactada.
La excesiva dejadez o el excesivo
intervencionismo, es una ruina para la maquinaria municipal. Pero lo es más, la
falta de dirección, la dirección balbuceante e insegura y la aceptación de la
existencia de los reinos de ملوك
الطوائف.
En tiempos de crisis no se puede dejar una
maquinaria que debería ir al unísono, que funcione a su aire.

Una maquinaria que funcione sin coordinación
y al capricho de uno o dos ciudadanos investidos con un acta de concejal con
las que se creen, pueden hacer, decidir y hacerse valer, por ese solo hecho.
Que se creen expertos en lo que, antes de su
nombramiento eran puros analfabetos.
Triste realidad. Con el acta de concejal se
adquiere el doctorado en cualquier materia.
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