«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

lunes, 23 de enero de 2012

Salvador Dalí


Dicen que los artistas tienen un punto de locura. Un punto extraordinario y sublime. Una rareza diferente.
Cuando tuve el suficiente conocimiento, cosa que coincidiría con los años 70 del siglo pasado, el extraordinario Salvador Dalí, tendría 70 años. La gran explosión artística ya había pasado. Su figura excéntrica y llamativa, no llegaba a convencerme. Sus cuadros, vistos de pasada, muy rápidamente, no eran, no provocaban ninguna sensación mas que, asociarlos a un Dalí, showman en decadencia.
A principios de los 80, buscaba una imagen, que instalada en el lugar previsto, provocara la sensación de estar cara al mar.
La primera idea fue la de hacer una fotografía y ampliarla. Encargar un marco de ventana y así, dar la ida de ventana al mar.
Fui buscando y desesperando, ya que decidí seria una composición pictórica, descarté la fotografía.
Una tarde de paseo aburrido, entré en una vieja librería del centro de Madrid. Las librerías son mi debilidad, y si entro, seguro que salgo, faltaría más, pero salgo con algún libro, seguro. Decía que, mirando libros, vi, una estampa, una fotografía, no se, vi. Vi algo que se quedo en el fondo de mis ojos, pero que no fue transportado al órgano razonador y decisorio. El nervio óptico andaría en sus cosas.
Toda la noche y madrugada, un desasosiego, un volver a pensar, ¿que vi?. Como gota malaya, a cada momento, repitiendo, dando en mi cabeza.
Y no pude más. Tenía que volver, buscar y encontrar.
Y al encontrarla, pensé desecharla, ya que parecía una fotografía. Además buscaba un poster, una medida, la real era suficiente, pero la encontrada era una tarjeta postal.

De Salvador Dalí. Año 1925. Óleo sobre cartón. 105 x 74,5 cm. Expuesto en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid.

Desde ese día es mi obra preferida, si no de todas, si de las de Salvador Dalí.
Era lo que soñaba. Una ventana mirando al mar. Aquí tenía dos ventanas, el cuadro en sí, y el cuadro de la ventana. La hermana del pintor me introducía en el paisaje, donde es el azul el que predomina.
Es tal el efecto que produce, que parece que pueda estar respirando una suave brisa marina y un dulce perfume de mujer.
El lunes 23 de enero se cumplen 23 años de su muerte.
Me regalo ese cuadro, pues el lunes 23 cumplo 54 años.
Felicidades, Vicent.

1ª parte


2ª Parte

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