«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

jueves, 30 de agosto de 2012

Olvidar.

Con la mano derecha. Es la mano, con la que escribo ..... ovidar.

Nadie olvida un suceso, una palabra, una actitud.

Nadie olvida una ofensa, una tergiversación, una supuesta mala mirada.
Nadie olvida una mentira, un engaño, una infidelidad.

Nadie olvida un amor de juventud o de cualquier otra edad.
Si acaso, ese supuesto olvido se aparca, vuelve a surgir en otro momento de nuestra vida. En otro momento cercano o lejano. Para herir o para reír. Pero no hay olvido.

La selección y  puesta al día de los olvidos, viene dada por las circunstancias del momento. Y claro, tan a cuento, tan apropósito, que de ser buenos, entonces  felicidades, alegrías y bailes.
Cuando es un olvido malo. Cuando es un olvido revenido, ese suele ser de mortificación y de venganza.

Olvidar, nunca se olvida.
Los humanos tenemos muy desarrollada la capacidad de reconvertir  los olvidos en realidades actuales.

Rescatada del olvido una ofensa, cada cual a su conveniencia, cree que su razón es la razón. Cuando una razón quiere convertirse en absoluta, sin dejar a la otra razón un ápice de ella, entonces no hay razones para seguir.
Una razón tiene que aceptar una parte de la de su oponente. Si no es así, no hay salida. Una de las razones se convierte en esclava, ya que acepta toda la carga.

Si la razón que se quiere imponer viene de un olvido revenido, entonces ya, cada cual tiene su interpretación. El tiempo y la distancia del  hecho, tan difuminado para las partes, es otro hecho muy diferente.
El reparto de la razón o la sin razón de una ofensa, será o no será, si hay voluntad de zanjar la vieja herida.

Cuando dos o mas, no coinciden  y se achacan o arrogan toda la razón o la sin razón, y no hay medio de llegar a distribuirlas, ¿entonces, que salida hay?.

Rescatado del olvido un hecho feliz, una relación, un momento sublime, un éxtasis, un simple olor a brisa marina. Que sea uno  o junto a otros, no será motivo de discrepancia. Seran de la opinión, si cabe, deformándolo, y agrandándolo en belleza,  y todos coincidirán, en que fue espléndido.
La distribución  o tamaño del hecho extraordinario, no será motivo de discusión o sin razón, pues todos aceptaran el más alto grado de belleza.


En mi vida, acepto no tener razón en un 50%.  Y acepto tener aun menos razón. Pero el  cero absoluto no lo acepto.
En cambio en el olvido rescatado, feliz y satisfactorio, tengo la razón en el 100%.

Y ahora tengo la razón en el 100%.

Ahora con la mano derecha. Con la mano, con la que acaricio ….. ahora escribo, que tengo que olvidar.






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