«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

domingo, 2 de diciembre de 2012

Canto V.- Odiseo llega a Esqueria de los feacios



Amanecer en Javea/Xabia
La mañana esta fresca, no en vano estamos en noviembre y ya las lluvias, las deseadas en otrora  lluvias-gota fría, han refrescado la tierra y por eso, el olor y el frescor es  el típico del otoño.

Empiezo el viaje con un primer destino claro y dos o tres por definir. Es la primera vez que no programo, preveo y tengo clara la ruta y la duración.
Niebla en Valencia
Aunque a la salida de mi vivienda el cielo esta despejado, caprichosamente, se ha formado, a unos kilómetros antes de la ciudad de Valencia, una niebla muy espesa y que produce una ralentización en la circulación. Parece que por el Diseñador de Producción, y para empezar esta Odisea, se hubiera preparado la entrada del viaje, saliendo de una gran nube.
 
La ciudad, conocida y vista en múltiples viajes, en el momento de cruzar  por el camino que me conduce al destino conocido, esta casi desierta. Es sábado y temprano. Los guerreros descansan,  unos de su trabajo semanal y otros dormitan su inactividad debido a la crisis del euro.
Valencia,  cortada por el antiguo cauce del rio Turia (también Guadalaviar o el Tirio de la época romana), ahora pulmón verde, solar de descanso del complejo faraónico de la Ciudad de las Artes y las Ciencias,  cementerio de millones de euros, de Bancaja y de la CAM, es  la ciudad de Jaume I.
Monasterio de Santa Maria del Puig
Siguiendo el camino la mole del Monasterio de Santa María del Puig, marca como un mojón, el punto desde el que salió el  rey  Jaime I de Aragón, el Conquistador, para tomar posesión de Balensiya en 1238.
En la histórica ciudad de Sagunto la nave se detiene,  y Gemelo (Tomás en arameo)  ofrece al errante Ulises descanso y reponer fuerzas. No hay gemelo de Tomas, él es único.  Dos Pilares nos acompañan, las dos Pilares de Tomas.
La provincia de Castellón de la Plana, la menos poblada de la Comunidad Valenciana, salpica la costa con ciudades amuralladas y sus castillos, de ahí su nombre. Como los antiguos reyezuelos, uno controla el territorio, impune hasta hoy  a  las denuncias y visibles desmanes. La justicia en su caso es lenta y resbaladiza, y ante los diversos casos abiertos huyen o tropiezan las autoridades públicas que se encuentran investidas de la potestad jurisdiccional para aplicar la ley y las normas.
El lugar de encuentro, Vinaros, donde se ofrece al errante viajero y a sus anfitriones, reponer fuerzas con  los productos cosechados en el inmenso bancal azul del  al-Baḥr al-Mutawāsiṭ (árabe) o  el Mar Medi Terraneum (latino).
Embutidos en El Perelló
De camino a la Iltiŕta (Lleida) íbera de Indibil y Mandonio, como si de puestos de un mercadillo árabe se tratara, hay diversas paradas  para proveerse de los productos autóctonos, naranjas en Vinaros, miel y embutidos  en el  Perelló, “pastissets” de cabello de ángel de Rasquera.
La oscuridad priva a la vista de su función. El camino bordea  la cicatriz que el rio Hiber (Ebro) provoca en la península y que le da su nombre y el de sus habitantes. El camino, en algunos tramos sigue el otrora transitado “Cami de Sirga”.
 
Nos perdemos el admirar la ubicación estratégica del castillo de Miravet.
Atravesamos el escenario del gran y vergonzoso matadero de la guerra civil que fue la batalla del Ebro (del 26 de julio al  de noviembre de 1938),  siendo la suma de los resultados de la partida jugada por los dos bandos la de: 16.500 muertos, 64.000 heridos, 24.563 prisioneros y 150 aviones derribados.
Central nuclear de Asco
Y de pronto parece que estamos dentro de una serie de dibujos animados moderna. Parece que de pronto por el paso de cebra  cruzara Homer Simpson, persiguiendo a Bart. La Springfield catalana es Ascó, que aparece espléndidamente iluminado, gratis, suponemos, a la energía desprendida por el reactor de la Central Nuclear, y que el rio Ebro sumiso refresca a su paso. La gran chimenea, como gigante panzudo y con corona de brillantes, se intuye en la oscuridad por el vapor de agua desprendido en la refrigeración.
La Seu Vella (Lleida)
Por la carretera oscura, el automóvil alemán es guiado por un targarin experto, i seguido por su ilerdense esposa, dos grandes amigos que hacen que la llegada, por fin, sea agradecida por el errante.
Y como Odiseo con la ayuda de la nereida  Ino, quien le dio una manta con la que se ha tapado el pecho, ha nadado hasta la isla de los feacios. (Lleida).



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