«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

martes, 8 de enero de 2013

Canto XI.- Descenso a los infiernos I

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Navegando en el difícil regreso a Ítaca, por el país que algunos llaman  Catalonia, Odiseo “el errante”, visita por la ruta a los amigos de Parkinson (Hades), y compara su estado a los Campos de Asfódelos descritos en la Odisea, donde las almas de los héroes vagaban abatidas entre espíritus menores, que gorjeaban a su alrededor como murciélagos. Solo libaciones de levodopa ofrecidas a ellos en el mundo de los vivos pueden despertarlos durante un tiempo a las sensaciones de humanidad.

El errante, aprovecha su ruta de vuelta y visita a conocidos que son caseros del “huésped mal parido” en palabras de Salvador Riera, la enfermedad de Parkinson. El contacto con afectados, en las asociaciones, reuniones y algún congreso le ha permitido conocer a un gran número de afectados y sus familiares.

Su  primera visita será a una bella EPIT (enfermedad de Parkinson de Iniciación Temprana).  Su casa esta cerca del Camp Nou, es pequeña y acogedora. La recepción se celebra con alegría, pues en días anteriores la correspondencia ha sido fluida, y sincera, como para preparar las seis horas que permanecerá el errante en la casa. 

Se habla y se valora una parte del viaje de Odiseo. Mientras tanto se produce un estadio lógico en esta enfermedad. Es sorteado con pericia, pero no por ello menos  molesto, agobiante y deshacedor de momentos encantadores.

Despedida y propósitos de nuevos encuentros personales y virtuales. En el dialogo que he escuchado de su boca, su acento no es muy pronunciado, su catalán es perfecto, no se si en su casa, cuando hable con su madre, esta reconocerá que su hija echó raíces en catalonia.

Por el camino, hay 450 kilómetros por delante, relee Odiseo mentalmente las frases con que se quedó, y que están en los artículos del libro de testimonios “El Parkinson con nuestras palabras”.

Dice la bella EPIT: “Saber que tenia fue a la vez una bofetada en mi cara y un descanso. Evidentemente, saber que tienes una enfermedad progresiva  e incurable no es para dar brincos de alegría. Pero descartar ciertos males cuyo recorrido es corto y hace desaparecer a gente vital, es un alivio”.
 
“Tristemente los que debieran estar más cerca no lo están. Supongo que es una mezcla entre rechazar cualquier responsabilidad y no saber manejar la situación”.
La segunda visita es la estación de descanso de Pepe, este recibe a Odiseo, como siempre, con los brazos abiertos y el andar saltarín. Pepe ya es conocido por los lectores, por la entrada "Tres dias de septiembre" del 27 de septiembre de 2012, donde el errante contó quien es su anfitrión. 
 
Descansa y repone fuerzas es sus habitaciones de paso. Al día siguiente, “tempranito” el desayuno en el horno La Virgen. Nuevos razonamientos, estados de ánimo, retos …. es como si fuera el día siguiente de aquellos días de septiembre. Ambos notamos que nuestros Parkinson trabajan remando en nuestra contra, por ello, no hemos parado nuestro motor fuera-borda para ganarle un tiempo. Todo el tiempo. Y lo haremos, ¡vaya si no!.

Los beneficiados de la crisis, los bancos, justamente unos de los grandes provocadores de esta, tienen en su mano nuestro porvenir. Estamos a su merced, dejan o no dejan, pero prepárese Ud. que va arregladito.

Aprovechando su paso por la ciudad de la Banda Primitiva,  la visita del “errante” a su gestor personal es un fracaso. - No, aun no. Esto requiere un estudio. Es lento. Sí, aunque sea poco, hay que evaluar riesgos.- Bien, pues vaya Ud. a tomar vientos, señor gestor.
Mientras, una llamada de teléfono.  Es del seguidor del “loco de Asís”. Pregunta cuando tiene prevista su llegada al convento. 

Será la tercera visita, y parece pues,  que el errante ha adquirido demasiados compromisos en un día. Tiene el compromiso de visitar a su familiar religioso y parkinsoniano.

-       -  A las 6, a las 6 estaré ahí.

La despedida de Pepe, es un “hasta el viernes”. La reunión de los Apropa´t está prevista y organizada para ese día. Las Torres de Serranos será el primer plato y de segundo la “Utielana”. Como entremés hay preparada una entrega de recuerdos y carnets. Pepe está muy ilusionado con la reunión.

La salida de Lliria es rápida, la cita de la comida es en Valencia. Aun quedaba  este compromiso intermedio. Una comida de excolabradores que son amigos.

-       -  Paco está en Lliria.
-       -  Pues yo vengo de allí.

Nada, toca esperar. El despacho es amplio y luminoso. No hay tanta gente trabajando como en otras de sus visitas. Marisa entra y se saludan.

Ella hace tiempo que lo sigue en su deambular. Simpática y realista, dice: 
 
-       -  La cosa esta muy mal. Poco trabajo, mal asunto.

La comida a dos. Mono tema. La situación crisis-corrupción. ¿Solución?. No, no se atisba un punto en que se vea cual será el final de este embrollo, pero casi seguro que los beneficiados no serán los ciudadanos. 

El errante opina que el poder político cedió y ahora es el poder económico quien impone sus reglas y a quien los políticos están amarrados. A Paco le da rabia que la situación rompa, sin quererlo pero a la fuerza, una familia de trabajo. Tendrá que despedir, objetivamente, a colaboradores de más de 20 años de relación. Unos lo comprenderán. Otros no.

-       -  ¿Por qué yo?. Hay otros y tengo que ser yo.

Un dilema, una pena. 

Una situación desastrosa que nadie asume ni a nadie le cuesta un castigo.

La tercera visita, a esta, ya llega con retraso.

Vicente está esperando en la sala de visitas. La primera impresión es desagradable. Envejecido, desaliñado, mirada asustadiza.

Abrazo del errante, y rigidez e inexpresión del religioso.

De no conocer los sintomas que produce Parkinson, uno se tomaría la recepción como un desaire. No es así, la rigidez, la cara de póker y el temblor son evidentes. Y al hablar, al hablar se expresa con su gran y aguda inteligencia. Sí, se expresa, no quiere eso decir que se le oiga. Su voz es un susurro monocorde, aun con el oído pegado a su boca, se pierden algunas palabras. La Hipofonía

El resto del tiempo de visita fue como el título de esta entrada.

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