Hace tiempo que vemos las pateras volcadas. Muertos en la
arena de las playas andaluzas. Temblorosos y escondiendo el rostro a jóvenes de
color, cubiertos con brillantes mantas térmicas. Los africanos cruzando el
estrecho, jugándose la vida. Intentando salir de una miseria infinita.
Otros intentan saltar la valla de Melilla.
Barcos destartalados repletos de personas a la deriva por
el Mediterráneo.
En los últimos meses, el desplazamiento errante de miles
de personas por centro Europa, nos ha impactado.
¿A dónde va toda esa gente?
¿Quién quiere a toda esa gente?´
En toda la cara de la Europa solidaria ha tropezado una
multitud de pobres, hambrientos y aterrorizados seres humanos. Mientras nos
mirábamos el ombligo, calladamente, han salido de sus míseras casas, han dejado
todo, que es nada, y sin nada se han lanzado al vacío, en la creencia que es
mejor la incertidumbre que la realidad cierta donde viven.
Los hemos recibido con fronteras cerradas. Campos de refugiados,
que más se parecen a una corraliza o redil. Trasladándolos a la frontera del
país vecino. Pasandose la patata caliente.
Si todos los desplazados, los marroquíes, o los etíopes,
sudaneses, ruandeses, o de mas lejos, afganos o los sirios ahora, se pusieran
en camino hacia nuestra tranquila y sobrada Europa, ¿Que haríamos’. ¿En que
aprisco o corraliza los encerrarriamos?.
Durante años, hemos discutido sobre los cupos de
producción. La leche, el aceite, el vino
…. Cada país tiene una cuota de producción establecida. Superarla supone
una sanción.
Mientras, los centro africanos, o de cualquier otra parte
del planeta, mueren sin remisión.
Las gentes que habitamos la península somos una mezcla de
razas que a través de los siglos han ido, yendo y viniendo.
No vamos a enumerar los grandes desplazamientos que a lo largo
de la historia se han producido en la península, nos quedamos en los tres
últimos. La “emigración golondrina”, anual, de ida y vuelta, como la que se
producia al norte de África para tarbajos agrícolas. El éxodo de los exiliados
de la guerra civil. Y la emigración de los años 60 del siglo XX a los paises de
centro Europa.
Monumento al Riberero de Benissa |
No nos olvidamos que, en Benissa hay un monumento que nos
recuerda nuestra tradición emigrante. “El riberero”.
Las últimas generaciones de españoles desconocen o han
olvidado el papel que durante los años 60 del siglo XX tuvo para la
subsistencia de las familias españolas e incluso para la balanza de pagos del
estado, la entrada de divisas de la emigración, sobre todo de los países
europeos.
Dos millones de españoles se desplazaron durante ese tiempo por paises como Francia, Suiza,
Alemania …
Raro será si en casi todas las familias de Benissa no hay
algún familiar que no emigró en algún momento, intentando hacer un ahorro para
construir o comprar una casa, que era una de las máximas aspiraciones.
Exodo de la Guerra Civil Española |
El flujo migratorio también se dio dentro de la
península, desde el suroeste al centro y al noreste. De Andalucia y Extremadura
a Madrid, Cataluña y el Pais Vasco.
En 1973, empieza a cambiar la tendencia. La crisis del
petróleo y la evidente modernización de España, produce un gran cambio. De ser
un país de emigrantes, se convierte en un país de inmigrantes, tanto para
trabajar como en el auge de la industria
turística. El establecimiento de no nacionales en nuestro país, para trabajar o
vivir, es un hecho que se constata, vinendo a ser la principal fuente de entrada
de divisas.
Pero viendo el vaivén que hemos comentado, bien nos iria hacer
una reflexión personal sobre la opinión y trato que dispensamos al emigrante.
Aquel que durante algunos años hemos considerado, guarro, bullero, estruendoso,
quita trabajos ….. las manifestaciones
de desagrado por su presencia, la consideración como personas de segunda clase,
la discriminación … todo ello, sin tener en cuenta que las vueltas de la vida
son muchas y pueden cambiar la situación.
Ahora, espantados, observamos que los que van a comprobar el fenómeno después de 40 años de
recibir inmigrantes, y debido a la crisis actual, será la
generación de jóvenes mejor preparados de la historia de España. Ellos tienen
que coger la maleta, y vemos esas tristes imágenes como la de sus abuelos en
los años 60, esperando el tren, para ir a donde también va la humanidad
errante.
Nochebuena de 2015
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