El Almendro |
Echo en falta la participación, mediante comentarios, en esta columna. A veces pienso que la escribo solo para mí, y la única lectura que tiene es la mía antes de remitirla para su publicación, y que después nadie presta interés. Sigo escribiendo para satisfacción propia y si alguien le presta atención se lo agradezco, y le pido una crítica para mejorar en lo que pueda, que seguro que será mucho, esta humilde nota semanal que no tiene otra pretensión que plasmar por escrito lo que pienso o da vueltas en mi cabeza.
En la columna de hace unas semanas recordaba que el mes de agosto era para mí el mes de la almendra, ya que nos dedicábamos a recoger la cosecha de los bancales de la partida Canor y Canoret.
La columna cuyo título era Las almendras de agosto, provoco algún que otro comentario, en persona, proveniente de personas de mi edad, por lo tanto gente que aún luce los primeros dientes. Los comentarios se referían a que no había profundizado en el proceso de la recogida de la almendra.
No sé si quedó claro, pero sentía y siento un repelús y picor particular cuando se nombra a las almendras. Por lo tanto, para nada era una tarea que me gustara. La columna se refería a la casta de los especuladores, que ya lo hacían con las almendras de nuestros sudores.
He grabado un video
No sé si recomendar la visualización del video antes de seguir leyendo o después, ya que el proceso que se muestra lo realiza una sola persona “Manolo Bigot” (gracias Manolo), y por falta de espacio y no ser muy pesados, mostramos la tarea que era mucho más lenta, engorrosa, desloman-te, y que hacia tanto bien a las cervicales. Seguía después el desasosegante picor producido por el polvillo de la vaina, las chinches, los gusanitos de la vaina, las arañitas, subiendo y bajando por finísimos hilos. Los caracoles chafados. Vaya una distracción veraniega tan gratificante como la fiesta de la espuma que se anuncia en Benissa-Teulada-Moraira-CalpeDIGITAL. ¡Uf! …. Que largo.
Descorfar |
Subido el cabeza de cuadrilla al almendro, por lo general mi padre, con la vara “percha”, daba certeros golpes en la base de la rama donde estaban los grupos de almendras. Estas caían sobre unas telas “veles”, y que después pasaron a ser más ligueras, de rafia, pero más engorrosas porque se enganchaba con cualquier bastoncito. Alguna de las almendras daba en la cabeza de alguno y ya era suficiente excusa para abandonar el puesto y escaquearse.
La recogida en capazos desde “les veles”, era un constante discutir de críos. “No tires tanto- tira ya- papa míralo, no hace nada-etc”. Dejábamos escondidas en las cortezas carcomidas de los viejos almendros, unos puñados de almendras que después durante el proceso lúdico de la “l´espigolá”, recogíamos, haciendo más bote, ya que l´espigolá era remunerada, al peso.
La retirada de las vainas se llamaba “descorfar”, y no la voy a relatar aquí porque me da picor por todo el cuerpo, pero os remito a la pag. 82 del Costumari Valencia/1 de Bernat Capó (Edicions del Bullent), donde el maestro relata tan real el proceso, que no hace falta video para visualizarlo.
Romper almendras |
Los veranos son ahora, verdaderas ferias, desfiles de modelos, tostadas al sol Mediterraneo, despilfarro de apariencias y opulencias, desenfreno, …………… en fin, que de las almendras, la pasa, y resto de tareas agrícolas, hemos pasado al “senyoret de Valencia kikiriki”. O al “madriles sabut i cregut”.
Bien, unos dirán que cualquier tiempo pasado fue mejor, y otros dirán que ahora sí que se vive.
Pues bien, yo creo que ni tanto ni tan poco, porque una horchata o agua limón, en aquellos tiempos era una delicia y tenía un precio cabal. Hoy un turrón vale lo que pagan al productor por diez sacos de almendras.
Y si tomamos una ginebra con agua tónica (gin-tonic), pagamos seis euros. Pero l final de la noche no sentimos picor del polvillo de la almendra. Pero es posible que sintamos otro picor, que atenuamos rascándonos el bolsillo.
Va, a vivir que son dos días.
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