Durante 36
años he trabajado directamente con un elemento fundamental para la vida del
planeta que habitamos: EL AGUA.
Nuestro
planeta, al que el agua le confiere un característico color azul al observarlo
desde el espacio, es el único conocido donde hay vida tal como la entendemos.
El agua de los
inmensos océanos azules, aun repletos de vida, no es apta para el uso humano y
para enriquecer la tierra para que produzca alimentos, debido a su alto
contenido en sal.
Además,
inquietos ecologistas se han preocupado de hacernos ver que la explotación y la
contaminación, están pasado ya la factura.
Las especies
marinas están amenazadas, y el agua en determinadas partes del planeta está
literalmente envenenada. La despreocupada actividad humana y la
depredadora e irresponsable explotación de los recursos por parte de empresas
multinacionales de diversa índole son los responsables.
No es mejor
el panorama en tierra firme, aunque existe una progresiva instalación de
elementos que minimizan el impacto de la actividad humana en los cursos
de los ríos, antes verdaderos basureros. El filtrado de las aguas que alimentaban
los acuíferos, tales como las aguas fecales o derivadas de la actividad
agrícola, se ha contenido en parte en los países industrializados.
En los
países pobres, el problema es irresoluble, ya que además de su gran densidad de
población, y poco control en los vertidos, los estados no están concienciados
ni son económicamente solventes para adquirir tecnología.
El pasado
día 22 de marzo se celebró el Día Mundial del Agua, con el lema “Agua y Energía”, en el que el
Secretario General de Naciones Unidas, en su mensaje, decía: “En el Día Mundial del Agua, comprometámonos
a crear las políticas necesarias para garantizar que el agua y la energía
sostenibles estén al alcance de todos, y no solo de unos pocos”.
Con
buen criterio, el Ayuntamiento de Benisa ha mantenido la gestión del suministro
de Agua Potable, con, a mi entender, buenos resultandos, proporcionando a la
población un agua de calidad y un servicio modélico. Además, el coste del recibo se ajusta al valor real de gestión he
inversiones necesarias para mantener la calidad del mismo, sin tener que abonar
los usuarios costes superiores por
beneficios de empresa.
Y viene a
cuento este escrito, lo que a pocos les sonara a nuevo, debido a que
constatamos que nos encontramos en un ciclo seco. Cada 10 o 12 años, nuestra
comarca, ejemplo de grandes lluvias por gota fría, sufre unos años de escasez,
ya que el fenómeno se ausenta durante un periodo más o menos largo. La recarga
de los acuíferos es escasa o en todo caso no recupera el descenso de niveles,
aun con lluvias.
Durante mi
periodo laboral se produjeron en Benissa varios episodios de sequía y momentos
críticos, en alguno de ellos se llegó al desabastecimiento de la población
durante varios días (1982).
Hoy, aunque
impensable llegar a tales extremos, no por ello hay que minimizar la situación.
Por fin
quiero llegar a la siguiente reflexión:
Benissa,
ejemplo de gestión publica del servicio básico de suministro de agua potable,
ha puesto al alcance de la población de su término municipal, agua de calidad sin tener que recurrir a
intermediarios, los cuales solo encarecen el servicio, por los lógicos
beneficios, beneficios que durante sus 45 años de funcionamiento han sido para
todos y no para unos pocos.
Por esto y
aquello, sirva mi escrito para animar a los políticos de todos los signos, a
que mantengan el modelo de gestión que tan buenos resultados ha dado.
A los que
trabajan cada día para que por el grifo surja el milagro de la fuente de vida,
desconocida su preocupación y desvelos por el usuario, felicitarles y
agradecerles su trabajo.
Recordar a los
que trabajaron desinteresadamente, sin indemnizaciones de por medio, para que
el agua potable fuera una realidad en Benissa.
Y a los
usuarios, animarles a seguir en un uso
racional y moderado de ese don de vida, y con más intensidad en este periodo de
tiempo seco.
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