Hace unos días tuvimos conocimiento y quien pretende
repetir como Presidente del Gobierno también,
de la existencia del Informe Chilcot, en el que, entre otras, se afirma
que los gobiernos, o Blair y Aznar, pactaron apoyar la Guerra de Iraq simulando
que trabajaban por la paz.
Afirmó Rajoy al respecto de la noticia, vicepresidente de
aquel gobierno, que anda liado y no ha tenido tiempo para ello, y que total ya
han pasado trece años.
El 15 de febrero de 2003, se dieron en España, y en
Europa, unas de las manifestaciones más multitudinarias de la historia democrática.
En esas manifestaciones se quería hacer llegar a los gobiernos que apoyaban la
decisión de un ataque al Iraq de Sadam, entre ellos el de España, y con una
participación notable, la voluntad de la mayoría de los españoles de evitar la
vía de las armas para solucionar el conflicto con el dictador.
El 3 de marzo de 2003, el Congreso aprueba la proposición de Aznar sobre Irak con el apoyo unánime de los populares. Defendidas las dos propuestas, por Aristegui y Caldera, “por sorpresa intervino el actual Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy para defender la postura del Gobierno en esta crisis. El ministro ha exigido al líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, que "de la cara y exponga su postura con claridad". Para Rajoy, los socialistas actúan en este asunto de modo "burdo, ridículo y mezquino". Los diputados de Partido Popular, ante el resultado positivo para Aznar, lo jalean y aplauden. Jalean y aplauden una guerra.
Después de 13 años, estamos sufriendo las consecuencias,
los ataques terroristas y los desplazamientos humanos, que algunos ya
predecían: “Se acabará
con las armas de destrucción masiva, las armas químicas y la amenaza terrorista
que representa Sadam, si éste se exilia o se le elimina. Realmente pueril esta
argumentación. Lo único que va a generar esta injusta guerra es, por una parte,
una quiebra ya inevitable de la legalidad internacional, y por otra, el aumento
del terrorismo integrista a medio y largo plazo, el cual hallará una plataforma
de justificación objetiva, de la que ahora carece, y su crecimiento en otros
puntos del planeta, entre ellos España” (Baltasar Garzon – Sr. Presidente. El Pais 4.03.2003).
Lo más grave no es, ni siquiera, que las célebres armas de destrucción masiva fueran un camelo, originado en informes falsificados.
Todos recordamos a Colin Power en su condición de jefe de la diplomacia norteamericana, que protagonizando una intervención en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y que llevó su figura al más alto nivel. Sus debates preludiaron la invasión anglo-estadounidense de Irak, pero la comprobación de que los argumentos, las pruebas y las denunciadas armas de destrucción masiva no existían, le metió en la Gran Mentira y dañó sus aspiraciones y su historial diplomático.
Y recordamos a una Ana Palacio argumentando sin
argumento.
Y la fotografía de los cuatro de Las Azores. Barroso un
poco retirado. Y Aznar soportando sobre su hombro la mano del peor presidente
de la historia de los EEUU.
El ex primer
ministro británico Tony Blair ha pedido disculpas por su papel en la guerra de
Irak. El último líder laborista en ganar unas elecciones ha pedido perdón por
utilizar información de inteligencia errónea; ha reconocido que no supo prever
el caos que se desataría tras el derrocamiento de Sadam Husein, y ha admitido
que dicho caos puede haber contribuido a la aparición y crecimiento del grupo yihadista
Estado Islámico (ISIS).
Lo más grave es que Rajoy pida a
los demás responsabilidad, cuando ni quien patrocino la mentira, Aznar, ni el
mismo, hayan dicho ni una palabra, desdiciéndose, y reconociendo la Gran
Mentira.
Y que alguien que pretende gobernar España, afirme no tener tiempo
para saber de las conclusiones del Informe Chilcot.
Dice
Baltasar Garzón en su escrito de opinión “Tiempo de canallas”
(El Pais 28.2.2004),
y yo lo suscribo, que: “La postura frente a estos manipuladores natos es la de la intransigencia
ética; no hay pacto ni consenso posible con ellos, sino sólo la exigencia de
responsabilidades políticas y cualesquiera otras que procedan.”, y “Más democracia significa más responsabilidad y menos indiferencia; más
libertad y menos seguridad como único valor emergente, y, sobre todo, más
dignidad.”
Hoy se preguntan los ciudadanos
de los países occidentales, que ha pasado, porque estamos más inseguros ahora.
Y nadie les dice que es consecuencia directa de aquello, es el resultado, que más
allá de los centenares de miles de víctimas mortales que originó aquel
conflicto, la guerra de Irak y sus secuelas directas, han convertido la región
en un caótico desequilibrio, la existencia de prisiones como Guantánamo, fuera
de toda legalidad internacional, sembraron la semilla del fanatismo yihadista en
la que se halla secuestrado Occidente. La guerra de Siria, la crisis
humanitaria desatada por la llegada masiva de refugiados hasta las puertas de
Europa, la incontrolable escalada de violencia que sacude al mundo entero.
En conclusión creo que, de oficio, por el Fiscal de la Corte Penal Internacional, se
debería estudiar el Informe Chilcot, ese al que Rajoy
no puede dedicarse, y considerar si la
Gran Mentira que nos llevó a la guerra de Irak, y que produjo entre los
iraquíes un número total de muertos de
1.200.000, y según datos oficiales, y que entre los militares ocupantes fueron más de 4.000 estadounidenses, un
centenar de británicos y otros 100 soldados de otras nacionalidades, están
entre los
crímenes señalados en el artículo 5 del Estatuto de Roma: delito de genocidio (art. 6), de guerra (art.8), de agresión (art.8 bis) y de lesa humnidad (art. 7).
Sería una forma de dar credibilidad a la Corte Penal
Internacional, juzgando si fuera el caso, a políticos que ejercieron su cargo
democráticamente, pero que sus decisiones pudieran ser consideradas delito. En
algún caso, como el de José María Aznar, sin signos de arrepentimiento ni
humildad ninguna. Como se ve, no solo los dictadores mienten, asesinan,
guerrean y provocan conflictos por intereses económicos o de geoestrategia.
Los demócratas, Bush, Blair, Power, Barroso, Rajoy y Aznar, mintieron conscientemente y provocaron
muerte, destrucción, quebrantamiento de la leyes internacionales, detención ilegal
fuera de cualquier norma del derecho y la formación de un monstruo terrorista
de imprevisibles resultados.
Debería plantearse un debate en el Partido Popular, sobre
si mantener como candidato a Rajoy, ya que su figura política ya de por sí, de dudosa
capacidad, podría ser “investigada” por una hipotética denuncia, junto a los
antes nombrados, ante la Corte Penal Internacional.
O simplemente por su intervención en aquella Gran Mentira.
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