

El 10 de julio de 1997 fue secuestrado por tres miembros de ETA, el concejal de la localidad vizcaína de Ermua por el PP, entre 1995 y 1997, Miguel Ángel Blanco Garrido (Ermua, 13 de mayo 1968-Lasarte-Oria, 13 de julio 1997). Los terroristas mantuvieron en vilo a todo el país, con la amenaza de asesinarlo, con la exigencia de que se efectuara el acercamiento de los presos de la organización terrorista en las cárceles del País Vasco en un plazo máximo de 16 horas. Ante la negativa del Gobierno, la tarde del día 12 fue tiroteado en un descampado, muriendo en la madrugada del día 13.
El pulso insensato que mantuvieron los etarras ante un gobierno firme, y la protesta multitudinaria de millones de españoles, manteniendo a Miguel Angel maniatado durante el plazo concedido para el cumplimiento de su extorsión, y el posterior acto de cobardía de arrodillarlo atado de manos, encañonale la pistola y disparandole dos tiros, produjo un escalofrío que sintieron los millones de españoles que se movilizaron, e incluso aquellos que seguían justificando a ETA .
El asesinato de Miguel Ángel Blanco supuso un antes y un después en la desenfrenada carrera de lo que comenzó como un método de llegar a la independencia del País Vasco, apoyado, animado a los miembros de ETA, pasando a producirse un desinterés lento, silencioso e imperceptible.
Su secuestro y asesinato provocaron un sentimiento social de rechazo hacia ETA en grandes sectores de la ciudadanía. Aunque asociaciones como Gesto por la Paz de Euskal Herria ya habían iniciado el año anterior sus movilizaciones cívicas contra la violencia, a partir de entonces las organizaciones y las expresiones en contra de la violencia de ETA aumentaron.

Yo los recuerdo con un frío cañón en mi sien.
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