«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

viernes, 9 de junio de 2017

Fills de Frare. (hijos de fraile)

Puerta de la Iglesia del Convento
En el momento que estoy entrando en mi casa suenan dos toques de campana. Es la campana que lleva por nombre La Inmaculada Concepción, la mayor de las instaladas en el campanario del Convento Franciscano de Benissa. La que apadrinó mi madre en 1992. Está anunciado que son las once y media.
El miércoles comimos con mi madre, mi amigo Gustavo Parra y yo. Mi invitado, pregunta todo, quiere conocer las costumbres de los habitantes de la tierra que está visitando. La mayor parte del tiempo, es el Convento Franciscano, a una distancia de 50 metros de mi casa, el que acapara la conversación.

En el año 2011 se cumplieron 400 años de la llegada de los Franciscanos a Benissa. En 1613 fundaron el Convento de La Inmaculada Concepción. Ese mismo edificio que hemos admirado antes de entrar a casa. Al observarlo detenidamente, comprobamos que tiene un marcado carácter defensivo y con ciertas reminiscencias renacentistas. La existencia de matacanes sobre los puntos débiles del edificio, las puertas, sumaban otro refugio más, junto a la muralla que rodeaba la población de Benissa, ante los ataques piratas.

Mi madre tras la comida narró a mi amigo Gustavo, que su abuelo fue durante una época, administrador de los religiosos, ya que los frailes no podían tocar dinero, debido al voto de pobreza. También que el Convento se comunicaba con el edificio construido con posterioridad en la calle Escoto, mediante un túnel.


Hoy el antiguo Seminario es propiedad del Ayuntamiento. En dicho seminario, durante años, se formaron y prepararon millares de jóvenes, los cuales, con el tiempo aclaraban sus ideas y salían hacia la vida seglar o proseguían los estudios, finalizando en la ordenación sacerdotal.

Cupula y seminario
Se quejaba mi madre de la escasez de frailes y que los pocos que quedaban estaban muy achacosos. Pesimista, decía que:  - Cualquier día cierran y nos quedamos sin Franciscanos.

Yo, antiguo seminarista, mientras escuchaba a mi madre, recordaba la multitud que abarrotaba la iglesia conventual en conmemoraciones como el Corpus del Convento o la festividad de San Francisco. Al padre Agustín Baselga dirigiendo el coro de seminaristas, cantando: “Las huellas del caudillo enamorado sigamos con fervor ….”.

A mi memoria también me llega el recuerdo de Fray Humilde Soria Pons, en proceso de santificación, inmortalizado en piedra en la Plaçeta del Convent y reposando su cuerpo en la iglesia. El pare Antoni, tan querido por el pueblo de Benissa. El padre Arbona, hombre del tiempo en la localidad  y colaborador del Centro Meteorológico, y otros tantos padres, profesores o amigos: Pellicer, Manresa, Agulló, Llorca, Ríos, Porturas, Canet, Jordi, Llombart, Camps, Nadal…

La crisis vocacional es grave. Quizás la revelación en la Porciúncula a Francisco de Asís, sobre su misión, la de la predicación, tropiece con el mundo actual: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” (Lucas 10, 1-9).

La costereta del Convent
Cuando le he dicho a mi madre: - He oído que en agosto cierran el Convento.

Su contestación ha sido: -  Ay! Puríssima Xiqueta.

Desde 2015 han muerto en la orden franciscana 48 frailes (2 de ellos en Benissa) y las vocaciones apenas han aportado 3 jóvenes.

Benissa pierde una de sus señas de identidad. Los 400 años de presencia de los seguidores de Francisco de Asís en Benissa, sin duda, nos han marcado, no solo en el carácter religioso, sino en, el espiritual, cultural, musical, acción social…

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