«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

lunes, 16 de abril de 2012

Kapadokya, Patrimonio de la Humanidad. (5)




En persa, tierra de bellos caballos.

La región de las mil iglesias. La región de las viviendas enclavadas en las montañas de toba. De las ciudades subterráneas. La región de los Derviches. El refugio de los cristianos.


Tiene Capadocia, un paisaje tal, que en abril se parece a La Mancha. Grandes extensiones de tierra donde empieza a crecer un incipiente sembrado de grano. De repente un paisaje fantasmagórico. Grupos de gigantes sin brazos paralizados por algún tipo de gas. Montañas puntiagudas con puertas y ventanas. Rocas con formas caprichosas, Y si paramos y observamos, iglesias escavadas en la roca, con pinturas y columnas, cual catedral románica.

Después en una Caravasar antigua de Turquía central, once hombres, diez Semacên y el Semacên Basi, realizan un acto religioso durante cuarenta minutos, la Semà.

Mientras cuatro de ellos, los Derviches giran, los otros, con instrumentos musicales acompañaban sus giros. Participar en su representación, produce un efecto propicio para pensamientos positivos y de superación. La vida es un giro, una vuelta, tiene uno tiempo a llegar a esa conclusión.

En cada parada turística, nos encontramos con los herederos de los constructores de la Torre de Babel. Las cien lenguas que se escuchan en los rincones antes descritos, confirman que Capadocia es un lugar de peregrinación. Los peregrinos buscan, y no esta asegurado el encuentro de la luz que nos marque el camino correcto.

La típica muñeca de tela, frágil y sencilla, reflejo del carácter apacible y calurosos de esos pueblos, vestidas cada una, de distintos y vivos colores, aclaran nuestras ideas. Y es que, esta claro que los lugareños sueñan, pues sus colores primarios son apagados y escasos.

La piedra toba tiene su museo en Capadocia. La facilidad para trabajar en ella, excavar y construir, queda patente en el Museo al Aire Libre de Görem.

Y nosotros, curiosos del mundo, pisando el territorio, producimos un polvo áspero y seco, que con la lluvia es arrastrado a los cauces y de allí al mar.

Los curiosos del mundo desgastamos el territorio, producimos erosión, y muchos más impactos. Somos como Atila, nuestro rastro es destrucción.

Las bellas y extrañas formaciones de la Capadocia, tienen fecha de caducidad.

Cuando nos dirigimos al pequeño aeropuerto, recuerdo la fiesta de la Noche Turca, donde la danzarina del vientre, entre otros, me invito a salir a la pista. Yo no estoy ni para noches turcas ni danzas del vientre. Más bien para camas turcas y flexiones abdominales.

Josep descansa, pues ocho días de lazarillo de un parkinsoniano, agotan.

Gracias amigo Josep por tu tiempo.

Nevşehir, Turquía, 8 de abril de 2012

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