«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

jueves, 8 de noviembre de 2012

Destrucción del Sistema Nacional de Salud.

Voy a mi farmacia con las recetas que me han impreso en mi Centro de Salud.

En  la puerta un cartel:
 
                                         “CERRADA POR EL IMPAGO DE LA GENERALITAT”


 Mi hoja de tratamientos vigente, como enfermo crónico, establece el coste de cada uno de los productos y en cada receta el aporte que debo realizar. Me informan que mi tratamiento tiene un coste  de 3.891 euros, de los que no me cuentan cuanto pago yo. Y por que periodo : un mes, seis meses?, un año?. No sé, no dice nada.

Miro los tiques que he pagado  este ultimo mes y la suma de los medicamentos con derecho a receta y los sin derecho ascienden a 140 euros.  Hasta la llegada del copago, como pensionista, estaba exento de pago.

Ya en mi articulo “La factura farmacéutica” , dejé clara cual era mi opinión.
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Perdón, una aclaración:

El centro de salud ya no es mio, de los valencianos, ahora es de Marina Salud.

Sí, ahora es de una sociedad de seguros privados alemana con nombre de fabricante de furgonetas DKV, en UTE con Rivera Salud, que es una sociedad constituida en un 50% por (la saqueada) Caja de Ahorros del Mediterráneo y en otro 50% por (la arruinada) Bancaja.

De esa aclaración extraigo que:

La DKV, (espero que no construya también furgonetas), tiene como negocio vender seguros privados. Puedo lógicamente pensar que trabajara por aumentar su cartera, a base de descontentos con la sanidad pública.

Sobre CAM y BANCAJA, sobre estas dos mejor me callo. El gobierno  valenciano y las diputaciones, mejor dicho, los representantes públicos en esas instituciones, arruinaron dos instituciones financieras, a base de caprichos ruinosos.

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Vuelvo sin las medicinas, voy a ver en mi ordenador, sustitutivo provisional de las pastillas, y veo en mi correo que me envían un video. 

Lo visiono. Y me indigno. El gobierno catalán, otro que tal.

Os invito a ver lo que ha decidido  Carmen, de Barcelona, pensionista que ha superado tres tratamientos de cáncer y que lleva 5 años en tratamiento por Parkinson, protesta con una huelga de medicamentos en favor de una sanidad pública, universal y de calidad y en contra de los recortes sanitarios y los diversos co-pagos en las medicinas.

Para los que dependemos de unas pastillas para que la enfermedad que padecemos no progrese fatalmente  y poder llevar una vida aceptablemente estable,  estas noticias, esta deriva nos intranquiliza.

A mi personalmente me indigna.  Me recuerda  los padres de la patria sentados en las poltronas del Congreso, dormitando, leyendo el periódico, chateando, ojeando contactos, en fin, una productividad extraordinaria. En la tribuna, algún diputado leyendo o discurseando sobre una ley o norma. Un paripé. Cada uno de las, aparentemente, atentas  señorías, sabe que respuesta le va ha dar al plúmbeo charlatán. Tendrá toda la razón del mundo, pero las órdenes se dan desde la dirección del grupo parlamentario. Votar NO, votar SI. Todo un batallón de representantes públicos, aceptando una orden. Criterio propio, ninguno.

En la Comunidad Valenciana, triste y máximo exponente del espectáculo de la España de las autonomías.  Bufonadas y melindres. Engaños y saqueos. Cara de cemento y de acero. Regodeo y burla. Desapego y endiosamiento. 

Cada  día miles de valencianos, miles de catalanes, millones de españoles, son tratados y medicados mediante una organización de salud pública. Esta, cada vez más deteriorada, deja todos esos enfermos en la cuerda floja, en la incertidumbre del mañana.

Todo parece que nos dirige a “si puede páguese un buen seguro y si no muérase de asco”.

Lo triste de todo es que los que no precisan de tratamientos y pastillas, no ven que su porvenir, su casi segura necesidad del sistema público de salud  se deteriora, y en su momento recibirán el tortazo de confirmación. Y despertaran a una realidad de la que no habrá vuelta atrás.

Y quienes legislan, dormitan y a  veces patalean, tendrán sus pensiones vitalicias y sus seguros privados. Y hasta puede ser que pertenezcan a su staff directivo.

Por ello, el 14-N, también por la Sanidad.

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