«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

martes, 3 de septiembre de 2013

29 AÑOS



El lunes 3 de septiembre de 1984 amaneció encapotado.
Las señales se habían manifestado más intensas y menos espaciadas. Más o menos tal como había explicado, el día anterior,  la comadrona. 

El día anterior, de madrugada, había roto aguas, y como primerizos que eran, asustados, salieron zumbando hacia Gandía:

-          No, no hija, no. Esto está muy verde. 

Volvió a reconocerla la comadrona el día , y a las nueve y media apareció el ginecólogo que la iba asistir y que había seguido toda la gestación. Algo raro estaba el hombre. Seguramente se había interrumpido su quehacer como médico de la Seguridad Social, y no se había cumplido el protocolo de atrasar los partos hasta la tarde.

La niña nació a las diez de la mañana. Al padre se le antojo fea, la madre le aplico parecidos familiares, en todo caso igual de feos.

Durante el proceso de alumbramiento, y  después de la salida del nuevo ser, la placenta se resistió y el medico hizo notar su impaciencia. 

Las enfermeras, una vez aseada, auguraron que la niña con esos ojazos, sería muy guapa. Y además, con esos padres tan bien parecidos, no había dudas.

Una vez en la habitación instaladas, la madre en la cama y la hija, dormida, en la cuna, el padre salió del hospital a toda prisa. Llovía. Corrió a una cabina de teléfonos y anuncio la buena nueva a los nuevos abuelos y tíos. La niña era la primera, para todos, la primera nieta, la primera niña de la familia, la primera hija de la joven pareja. Compro el periódico del día, EL PAIS, como recuerdo, desayunó, y recorrió la calle Mayor en busca de una cámara fotográfica.

A su vuelta, la madre intento incorporarse y en medio de la habitación cayo desmayada.

Las enfermeras acudieron rápido, la encamaron y al cabo de una hora apareció el médico. La reconoció, pidió unas gasas y a la presión del bajo vientre de la madre, unos cuajos sanguinolentos aparecieron por el camino recorrido por la niña.

Sin explicaciones, se llevaron a la madre y en la habitación perplejo quedo el padre con hija. 
Durante un buen rato, aunque pregunto, no tuvo noticias del motivo del traslado repentino y el estado en que se encontraba.

Cala de La Granaella
En la habitación contigua, una parturienta se quejaba rítmicamente  y en periodos cortos. Las señales eran evidentes, el niño llamaba a la puerta, era por la mañana y tenía que nacer por la tarde. Las quejas aumentaban la zozobra del padre.

Mucho más tarde y ya con la paciente en la habitación, el doctor explico que, la placenta se había resistido y parece que en el forcejeo de la extracción se había producido un desgarro.

-          Menos mal, xiquet. Si no llega a desmayarse, se queda desangrada  en la cama.

El padre, novato, joven e inexperto, pensó pero callo lo que había observado.

-          Las prisas y su cabreo, doctor. No fue la placenta, fue Ud. quien tiraba de ella para terminar pronto. 

Por la tarde las visitas, aunque la madre estaba para pocos parabienes.

Font d´Orxelles
La abuela paterna, con un vestido de lunares donde predominaba el rojo, se sentía felicísima. Cinco hijos y la primera nieta. La primera mujer en aquella casa de hombres.

Los abuelos maternos llenos de alegría. Era la esperada.

Hoy cumple veintinueve años. 

Hace un año que su padre, sus abuelos, sus tíos y sus primos paternos no la han visto. Pese a vivir en el mismo pueblo. Enmudeció y se hizo invisible.

De todos, sus abuelos son los que menos lo entienden.

Nada grave para nadie, pero que duele de manera especial en aquellos dos abuelos que durante un tiempo, cuando de soltera, la adoraban mientras ella comía sus platos preferidos y que su abuela cocinaba especialmente para ella.  En aquellos abuelos que a la entrada de su casa lucen la fotografía de una bella novia con ellos dos, el día de su boda, a la salida de su casa.

Su padre, le deseara muchos años más de vida y se hará a la idea que le están poniendo unos puntos en algúa herida.

Felicidades y por muchos años.


Javea/Xabia, a 3 de septiembre de 2013

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