«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

martes, 10 de septiembre de 2013

TREINTA Y DOS.- La EP y YO. AGUA PASADA

10 de septiembre de 2012,

      -       Yo estoy mal. Y tú necesitas ayuda.
      -       No voy a ir, esas putas te dan la razón. Tú con tus palabritas.
      -       No me gusta cómo me tratas.  
      -    ¿Qué quiere el señor?. Me has destrozado la vida.
      -       Me iré. Me iré. Me iré. Me iré ………
      -      ¿Dónde vas a ir tú?. 
      -     -No puedo seguir así. La gota malaya. Cada moment. Todos los días.
      -    Estas muerto.

Ella se arranca los anillos de casada y los arroja sobre la mesa.

-       -  Me iré……
-      -  No eres nadie.
-       -  Me iré ….

Un tortazo y un escupitajo en la cara fueron los últimos gestos que le dedicó, Mientras él estaba con los brazos abiertos en prevención ante esa actitud violenta que había adoptado últimamente y que en esta ocasión se produciría por tercera y ultima vez.

El escupitajo, le recordó el que presencio de muy pequeño por parte de una chica joven a su vecino, el tío Roquet.

Esa acción silenció, el repetido, más de mil veces en los últimos meses: “Me iré”.

36 años. ¿Fue un error?. ¿Tenía que ser?. Influyo. ¿Qué influyo?.

El caso es que es un fracaso. Un triste final. Un inesperado final.

No podemos atribuir la responsabilidad a un motivo concreto. No podemos atribuir la responsabilidad a uno de los actores de la historia. El caso es que no supieron gestionar la crisis. Los factores que los rodeaban apoyaban el envenenamiento. No aprovecharon ninguno de los dos los profesionales que se ofrecieron a intervenir. No había confianza. Quienes podían haber influido no lo hicieron en positivo. Es más, hoy uno de los principales actores es parte influyente en la situación actual. Nunca lo imaginó, aunque no le extraña, los genes se heredan.

El detonante tendrá que ver con la actitud frente a los cambios que se producen a raíz de la enfermedad?. En parte puede ser que sí. Y por supuesto con la actitud de los demás, también.

Detonante, sí, ya que no solo por la aparición del PK era suficiente, estaba convencido de que los cimientos no eran firmes.

Con la acusación de, 36 años de puro egoísmo personal. De tiranía y autoritarismo. De desprecio y control. De fomento del alejamiento del hijo, que por otra parte era igual que él. Eran los reproches,  la comparación en negativo.

Durante 36 años trabajó. Del trabajo a casa. De casa al trabajo. Una época de activista sindical, que le restó más que le sumó.

Sus ganancias servían para vivir y mejorar el hogar que no reunía condiciones de habitabilidad y comodidad. Aseos, comedor, cocina, puertas de pvc  con cristal térmico, persianas, calefacción, aire acondicionado, acristalamiento naya, terraza y piscina, etc. Pintor, fontanero, electricista, jardinero, agricultor, albañil.

Dos hijos, con las mismas posibilidades pero diferente mentalidad. Uno sin medida ni control, derrochón y sin interés. De la jet-set. El otro, cabal, serio y responsable.

Siempre a disposición de caprichos, ocurrencias y necesidades de los suegros. Chico para todo, desde colocar una canal a duchar al enfermo antes de una operación. Acompañante nocturno en cada uno de los ingresos hospitalarios. Nueve operaciones de ella, dos de la suegra, y 7 días completos con el suegro.

Envidiado y fomentada la inquina con la indiferencia de su suegro hacia su cuñado, se ganó el título de “hijo de puta”. Título que debería tener bien ganado pues nadie, y estaban todos presentes, nadie discutió. La envidia es una enfermedad y la enferma de los ojos saltones nunca tuvo un gramo de cordura, acompañada, eso sí, por su ilustre y  hacendoso consorte.

Se esperaba de él, no se estaba para él.

Falló. La boda de uno y los estudios en el extranjero del otro, acapararon toda la atención de la que siempre fue más madre que esposa.

Él estaba enfermo y nadie lo reconocía así. La afrontó solo. Su apariencia externa no delataba enfermedad, por lo que, la participación de la familia en la preocupación terapéutica era nula.
-       
      Cuando sea ya veremos. ¿Cuándo sea?. Ya es. Ya estoy enfermo. No me han mandado a casa como un regalo. Me han declarado incapacitado total para cualquier trabajo.

El fuerte, el motor, el que no necesitaba a nadie, ahora estaba solo. No se le veía enfermo. 

Cada uno sentía que su preocupación era lo más importante. A él, nadie le dio un abrazo, un beso, un “aquí estamos para lo que te hagamos falta, papa”.

Les llevó a la Asociación, quería que la psicóloga les informara del proceso y las coyunturas previsibles. Él ya las había asumido. Uno de los hijos comentó:

-       -   El único que lo tiene claro es él.

Y cada uno siguió a lo suyo.

La situación, la enfermedad, la medicación ….. él se sentía solo. Necesitaba un hombro, unas manos, unos ojos … los que quería y amaba no estaba. Estaban con una boda, los estudios, un hijo y un pie

¿Fue un error?. ¿Tenía que ser?. Influyo. ¿Qué influyo?.

Tal vez podía haber sido de otro modo, pero fue así, de este modo.

Cuando sintió el escupitajo en su cara, supo que era el sello de despedida, creía que temporal, pero pronto, muy pronto noto que las decisiones o los consejos iban en otra dirección.

Las cuentas y tarjetas bancarias, al contrario de lo que iban anunciando, las vaciaron, dejando al fugado sin un céntimo. Durante unos días vivió de pensión en Lliria, su compañero Pepe le dio buenos consejos. A la vuelta en su correo una citación de un abogado lo conminaba a reunirse para disolver la sociedad conyugal. A los pocos días la Guardia Civil le requería para que se presentara en el cuartel  acompañado de abogado.

Por la población de residencia se corrió la voz de un abandono de hogar con la retirada de los depósitos y cuentas bancarias y pertenencias personales. La huida con una persona con la que mantenía una relación.

Por la población de nacimiento y trabajo, la lengua bífida de la consuegra se encargaba de explicar lo que nadie le había preguntado. Con su capazo de boga iba transportando mierda: verdades, inventos y mentiras. No tenía miramiento, en su casa hay suficiente material del mismo interés del que repartía, pero ese, ese no lo pregonaba.

Los abuelos, los otros, los padres del fugado, dejaron de recibir las visitas del nieta, que mientras le interesó, fue alimentada gratis. Los hermanos, cuñadas y primos pagaron también con el olvido. La falsedad, los genes a flor de piel. La de la lengua bífida, dejó de “pamplinear” a la abuela, y llevarle presentes. Es más, se hicieron invisibles.

Con esa actitud, el retrato de los personajes, refleja la razón o la sinrazón.

Es verdad que la subvención periódica, “papa, una coseta, podrías ponerme dinero en mi cuenta”, se cortó. “Por la plata baila el mono”. Se supone que los amarres y viajes serán menos, así la de la jet-set podrá llevar su tren de vida.

Bodegon de Benito Puig
Hoy, un año después de aquel detonante, una demanda de divorcio se dilucida en un juzgado. 

El fugado, dependiendo de una pensión, sin vivienda, la que tiene a medias le cambiaron la cerradura al portal y a la vivienda y la alquilaron. Paga un préstamo personal cuyo importe ingresó en la cuenta de la hija para los gastos de boda. Paga la financiación de uno de los vehículos familiares. Paga un alquiler por la vivienda que habita. Ayuda en sus estudios en el extranjero al hijo, es un compromiso de padre y de hombre que no puede dejar de cumplir. Paga las medicinas y las terapias propias de su enfermedad. Vive y paga la ayuda  que recibe por su incapacidad.

Esta arruinado, sí, tal como deseaba un washap que recibió hace un año.

La ruina es económica.

Y por más que le pese algunos, la ruina física, llegará, pero no a costa de la ruina psicológica.

Y Sabina dice:

AGUA PASADA

Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los móviles que insultan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.

Lo atroz es no querer saber quién eres,
agua pasada, tierra quemada,
que de igual esperarte o que me esperes,
que no seas tú entre todas las mujeres,
que la cuenta está saldada.

Las canciones de amor que no quisiste
andan rodando ya por las aceras,
las tocan las orquestas de los tristes
pa que baile don nadie con cualquiera.

Las maletas que llegan sin tu ropa
giran perdidas por los aeropuertos,
la pasión cuando pasa es una copa
de sangre desangrada en el mar muerto.

Remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos,
cuando al punto final de los finales
no le siguen dos puntos suspensivos.

Peor es no saber quién eres,
agua pasada, tierra quemada,
que de igual esperarte o que me esperes,
que no seas tú entre todas las mujeres,
que la cuenta está saldada.


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