«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

lunes, 28 de octubre de 2013

Robin Hood y el Banco Sabadell


Cuando era pequeño, en mi casa había  una hucha metalica negra. Teniaa una chapa redonda  con dos remaches. Tenia un dibujo de la rosa de los vientos y rodeando la chapa y la rosa de los vientos, el siguiente título: “Caja de Ahorros del Sureste de España”. La hucha no se llenó nunca, nunca tuve mucho que ahorrar.

Después cambio su nombre, creo que fue, Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, después, con la fusión con la Caja de Ahorros Provincial de Alicante pasó a llamarse Caja de Ahorros del Mediterráneo, después todos la conocíamos como la CAM.

Recuerdo que en los bajos del edificio, hoy desaparecido, debido a la peatonalización del perímetro de la iglesia parroquial, había una puerta metálica con el dibujo de la chapa de mi hucha.

Después su sede fue la de la calle padre Melchor, 19. Con su Aula de Cultura. Con su mostrador de caras conocidas, familiares y próximas. Paco “La Parra”, Borino, Carralo, Ramiro ….

La CAM, junto con Bancaja, eran intransitables los últimos y primeros de mes. Los jubilados tenían sus cartillas o cobraban sus pensiones en dichas entidades. Los abuelos, acostumbrados al sacrificio y privación, tenían unas cartillas de ahorro con un pequeño capital.

Los demás teníamos las nóminas domiciliadas, los préstamos de reforma de vivienda, compra de coche, u otros, que por la proximidad de los trabajadores de la institución, producían un clima de confianza y tranquilidad  que solo se da entre buenos amigos y familiares.

 
La CAM, orgullo de los alicantinos. Alguien dijo de la Institución.

La participación de las diputaciones en las cajas de ahorros, con la irrupción de los políticos en los consejos de administración, las cuotas de los partidos y los sindicatos, junto al auge económico, supusieron un lanzamiento de la CAM y las demás, a ocupar parcelas del negocio bancario, hasta el momento  exclusivas de los bancos,

La CAM, junto con Bancaja, fueron un juguete de los gobiernos Zaplana y Ripoll. 

La entrada en proyectos hoy ruinosos o vendidos, La Ciudad de la Luz, Terra Mítica, La Ciudad de las Artes y las Ciencias. La entrada en los consorcios gestores de la sanidad concertada (privada), Hospital de la Marina Alta. La entrada en el negocio inmobiliario, la financiación y préstamos  a cero interés. Los sueldos e indemnizaciones, gratificaciones y robos descarados, junto a la crisis que se presentó, hicieron que la CAM solo valiera un Euro y ese lo tuvieran los tan denostados catalanes, los del  Banco Sabadell.

Los ahorradores que habían confiado en los empleados herederos de aquellos tan próximos y familiares, que les ofrecían productos de alta rentabilidad, se supone que a cambio de una comisión, supieron después que sus ahorros se los habían cambiado por estampitas de la Copa América o de Popeye el Marino. No valían nada. A los empleados embaucadores los trasladaron y vinieron otros con la llegada del Banco Sabadell. Desconocidos, serios, encorbatados.

A todo ello, los sindicatos de la banca, calladitos, sus afiliados tenían buenos acuerdos de prejubilación.

Los pagaba el ahorrador embaucado.

Lo había notado en la correspondencia, pero la semana  pasada  comprobé en mis carnes que aquella Caja de Ahorros del Sureste de España de mi niñez. De mi hucha con la rosa de los vientos. Del Aula de Cultura, hoy solo queda un banco más. Un depredador más. Un usurero de antaño, que cobra comisiones por ingresar dinero. Comisiones por operaciones por Internet. Al que se le pide una certificación y sale con la burda escusa de la informática y sus lagunas. Que se niega a decirte donde fue a parar una transferencia. Que tiene unos empleados aleccionados y que son capaces de llegar a interpretar tus palabras y sentimientos, como ataques a su persona. La respuesta:

“Es la política del banco”. 

¿La política?. 

Joder!!!. Claro, la política dirigida por el dinero.

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