- ¿Ha sido la tierra?.
- Si, Vicent, ha sido un terremoto pequeñito.
Cierro la puerta, me acuesto, y me duermo. Al día
siguiente, apenas un comentario. Más bien un reafirmarse de que no fue un sueño. Y nada más.
Durante el día medito. De que vale pensar en consecuencia
que no se han producido.
Es cierto que el 25 de enero de 1999 la tierra tembló
donde vivo, y en todo el territorio
afectado se produjeron 1000 muertos y 500 desaparecidos.
Y vuelvo a decirme:
Hacía apenas dos horas me comunicaban la muerte de Pere
"Mona", unos días antes la de Eugenio Capó, y antes la de Paco “Ismael”. Y durante
el año entre otros Salvador, Lucia, Paquita y Jaume.
No le temo a la muerte, le temo al dolor insoportable
propio de una enfermedad y el que pueda transmitir a quienes me quieren.
La muerte está donde está el hombre/mujer. No hay día ni
hora señalada, ni preaviso.
Y el dolor temido lo puede dulcificar la profesionalidad
y la piedad de médico o especialista que tenga en sus manos la historia médica
del enfermo o moribundo,
El accidente mortal, sea de tráfico, doméstico o por un
terremoto, ese aun siendo traumático, para mí, es menos doloroso pues no se
alarga en el tiempo.
Siento empezar el año 2014 con esta reflexión sobre la
muerte. Pero es tan natural como el nacer, respirar, hablar, amar ….
Ya lo he dicho en alguna otra ocasión. Hemos escondido de
tal manera la enfermedad y la muerte que los jóvenes y algunos mayores han
llegado a creer que no exista dicho irremediable hecho.
Por ello, a los muertos nuestro recuerdo imborrable. Y
nosotros a vivir, a luchar por una atención médica de calidad, y piedad y profesionalidad para deparar a los enfermos un
buen morir.
Vivir el momento. Vivir intensamente mientras la llama
que prendió y nos mantiene vivos siga encendida.
Y para el año 2014, salud.
Carpe Diem.
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