Creí
durante muchos años que cuando mi madre citaba tal dicho, este solo se refería
a los intereses relacionados con el dinero.
Esto sería cuando yo aún no me había caído de la higuera. Cuando aún, el círculo
cercano, eran, mis padres y mis hermanos. Cuando mi candidez, aun con un carácter fuerte, no se
atrevía a decir NO a nada. Cuando el “ayuda y te ayudaran”, “haz bien y no
mires a quien” y otros tanto, daban pie a que no valorara cuales iban a ser las
tornas. No lo hacía por interés, sino por puro afán de ser una persona
correcta, amplia y desprendida.
Con
el tiempo y algunos tropezones, comprobé, que todo es un trueque. Si me das, te
doy. Y ese dar o devolver tiene un valor, y la devuelta deberá ser igual o
aumentarla con un cierto interés. No es suficiente decir gracias, la palabra no
tiene un valor por sí sola, hay que acompañarla de algo, y acertar.
Cuando
a mi edad se cae uno de la higuera, el golpe puede ser de consideración, además
puede precisar de algunas horas de hospital y en algún caso deja marca en el
cuerpo, y para curar ha necesitado de ungüentos, pastillas y psicólogo incluso.
Si
“te quiero mucho”, “eres una gran persona” o “siempre estaré en deuda contigo”,
u otras expresiones por el estilo, necesitan tan solo de:
-
Un
NO.
-
Un,
no puedo ahora.
-
Un,
no estoy de acuerdo contigo.
Para
que tu imagen se tambalee de la peana donde te tenían, e incluso vaya al traste
todo, En unos segundos pasar de ser el adorado huevón del que se sacaban todas
las mantecas, a ser el ser más intratable, grosero y poco solidario conocido.
El
haber estado en la higuera es la razón. Yo soy el culpable de no haber bajado algún rato y reconocer el terreno.
Hoy con
heridas y marcas ya imborrables compruebo que “te quiero mucho”, es una frase
incompleta.
Que
todo, todo, debe levar su compensación. El altruismo, la ayuda desinteresada,
el amor, solo existe en contadas ocasiones. Hoy todo es a cambio de algo. Y
quien no lo entienda así, o lo advierta a tiempo, comprobara, como Newton, la Ley
de la Gravedad Universal, en la que el objeto con masa que nos atrae es
solamente el frio y polvoriento suelo.
Toca
levantarse, sacudirse el polvo, y seguir adelante.
Si
lo anterior te parece pesimista, seguramente no has probado el frio y sucio
suelo, o hace tanto tiempo que tu subconsciente lo borró, aunque la marca este
ahí y no quieras ni recordar su procedencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario