Vaya ante todo mi
admiración y mi agradecimiento a Baltasar Garzón por cumplir con su obligación.
Siempre hay que
esperar que se imponga la verdad y la justicia sobre la mentira y la
injusticia. Pero no esta claro quien va ha ser el buen juez que la administre. Algunos confían en su
Dios, otros en la ley natural, pero en lo que cada vez creemos menos es en la ley de los hombres. Y
concretando, en la imparcialidad y
honradez de quienes por su posición están en disposición de administrarla.
El ser humano, cada
uno, tiene un cerebro que rige las distintas funciones de los miembros del
cuerpo, pero, además, la racionalidad, el don de razonar, a él solo se le ha
dado entre todos los seres vivos. Los
genes adquiridos de nuestros antepasados, junto a los valores adquiridos de
nuestros padres, maestros y época en la que nos desarrollamos, conforman al
final un ser en cada uno de nosotros, diferente y excepcional.
Así, en el mundo de la judicatura, no tengo la
menor duda, que Baltasar Garzón es un ser vivo excepcional y único, y seguro que en él hay
una convergencia de motivos, siendo los principales los antes aludidos.
Creo que no se
prodigan esos seres, y que en la historia han marcado y dejado huella. Como
todos los seres excepcionales, crea controversias, que si son sanas y no
complican el viaje, lo que hacen es enriquecer y mejorar leyes y normas.
Durante veintitrés
años en el juzgado de la Audiencia Nacional
ha ejercido un hombre, al que la historia calificará muy positivamente. Como es
habitual, en su tiempo, ahora, será considerado mas bien un estorbo o en su
caso un tocabolas al que hay que cortocircuitar.
Sus actuaciones,
calificadas de mediáticas y propagandísticas, han llevado a situaciones
comprometidas, incluso detenciones y sentencias, a la mas variopinta fauna
criminal de los últimos años. Desde políticos a banqueros, de
narcotraficantes a terroristas internacionales, de jefes de estado a policías
matones. A la mafia y a ETA. Incluso se atrevió a remover la tierra donde están
clamando justicia los que en cunetas y vergonzosas fosas comunes fueron
cobardemente asesinados.
Si alguien ha
seguido la trayectoria profesional y cívica de este ciudadano comprometido,
vera que no puede ser de otra manera, su presencia en la Audiencia Nacional, con el poder
excepcional que le concede y la gallardía con que ha acometido sus actuaciones,
sobresale a cualquiera de sus compañeros, a los que podrimos calificar
benévolamente, de poco valientes.
Dos artículos de Baltasar Garzón tengo enmarcados, uno con el titulo
de Sr. Presidente, (El País, 4.03.2003) en el que en carta abierta se dirigía
al presidente Aznar a raíz de su activo apoyo a la invasión de Irak, decía:
“He
comprobado cómo una vez más se impone la ley no escrita de la sumisión acrítica
de los diputados del Grupo Popular y, cómo algunos, en forma desafortunada,
insultaban a los actores que dignamente discrepaban en silencio desde la
tribuna, o lanzaban improperios a la oposición por su discrepancia democrática,
y, sobre todo, cómo adulaban con la sonrisa y el aplauso a su líder, es decir,
a usted; y he sentido miedo, un miedo frío, físico, palpable y denso como el
chapapote; pero también he constatado cómo alguno de ellos, al aplaudir y al
sonreír, se removía en su escaño, sin duda pensando en la vergüenza que tendría
que pasar cuando, al llegar a su casa, tuviera que mirar a sus hijos, a sus
padres, a su esposa o a su marido y explicarles lo inexplicable. A estos
últimos me dirijo, pidiéndoles que expresen lo que sienten y que actúen en
consecuencia”.
Y seguía…
“Mire,
señor Aznar, el día 15 de febrero de 2003 sentí un orgullo que difícilmente
podrá entender. Mis hijos y mi mujer estuvieron conmigo en la manifestación,
codo con codo, gritando a favor de la paz. Vi sus caras y su decisión, como la
de tantos miles y millones de personas, y ellos me han reconfortado como padre
y como ciudadano y me han transmitido la fuerza que necesitaba para seguir”.
El otro
se titulaba Tiempo de canallas, (El País, 28.02.2004), y entre otras, decía:
“Frente a las
atrocidades e injusticias masivas que recorren el mundo hace ya tiempo que la
indiferencia no es una opción, y desentenderse de ellos, una aberración inaceptable.”
“Todo
esto no es problema de los estudiosos. Es problema nuestro y debemos conseguir
que la sociedad deje de estar adormecida y sometida por voluntades externas a
una especie de deslizamiento sin rumbo y sin muro de contención. Y que se
preocupe por cuestiones relevantes como el tipo de educación de los hijos, la
restricción de libertades, el control de los medios de comunicación oficiales,
la manipulación inducida de los ciudadanos; la utilización partidista del
terrorismo, la baja calidad y eficacia de la justicia, entre otros”.
“Yo propongo un lema electoral para todos
los partidos políticos concurrentes a las próximas elecciones españolas:
"no mientan a los ciudadanos"; "no prometan aquello que no van a
cumplir"; "no jueguen con la necesidad y la esperanza de la
gente" subastando sus sentimientos y legítimas aspiraciones; "no se
insulten, trabajen y no se vendan por el plato de lentejas del poder, del que
sólo son usuarios transitorios”.
Garzón,
como el juez Falcone y el juez Borsellino, con la mafia, se ha enfrentado a muchos
poderosos, y no es raro que esté en el
punto de mira, tanto físico como profesional. La retirada de la protección nos debe hacer
reflexionar hasta donde llega la animadversión que este hombre ha conseguido
ganarse.
Si ningún
sector se ha librado de su juzgado, si todos los ámbitos han ido investigados,
si por ordenar la grabación de las conversaciones entre detenido criminal y
abogado escondebotines, ha sido separado de su juzgado por sus “valientes”
propios compañeros, con juicios
vergonzosos y argumentos cobardes, ¿que podemos esperar en adelante que haga
algún juez?. Dudo que quede alguno al que se le pueda llamar valiente,
imparcial y justo.
Cada día,
cada noticia es un delito puesto en conocimiento ante la opinión pública. El
saqueo bancario, la corrupción política, la corrupción judicial, un cúmulo de delitos
contra el común de la
gente de este país.
gente de este país.
¿Dónde está
el juez, el fiscal, la justicia? ¿Dónde
han ido a parar?.
“Mandemos
a Garzón a freír espárragos y ya podemos delinquir tranquilos”.
Escuchando al Juez Garzón
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