«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

lunes, 31 de octubre de 2011

Halloween o Todos los Santos.

¿A que fiesta jugamos?.

Supongo que esto ya está más que debatido, opinado, publicado y en cierto modo asumido. No vale la pena seguir con un tema al que ya se ha dedicado toda clase de razonamientos, todos ellos, para desterrar una costumbre americana de los EUA. Pero, de que?. Como vamos a renunciar a una costumbre tan, ¡guay!. Tan del primer mundo. Nosotros,  los del milagro del ladrillo hueco y de mucho fuste, celebramos como los ricos.
Y resulta que nos hemos olvidado de la tradición, que es la de recordar a nuestro antepasados, la de honrar su memoria, la de tener, por un día, un recuerdo para aquellos que nos precedieron.
Seguramente me repito, pero no por eso me lo callo. Hemos llegado a un punto en que nos avergüenza la muerte. Hemos desplazado uno de los actos supremos de la vida de los seres vivos y del ser humano muy en particular, por ser racional, en un acto, que mejor que no se vea. Mejor si no se lo digo. Mejor que ……
La muerte es una vergüenza, porque con ella no podemos. Por eso escondemos nuestro fracaso. No podemos con todo. Somos finitos. Eso no nos gusta, eso lo empaquetamos y cuanto antes que desaparezca la señal. Y si el pobre finado ha tenido la desgracia de tenernos un poco retenidos, debido a su proceso de desaparición, pena se siente, pero descanso más. Y lo más grave es que a nuestros hijos les hemos transmitido esa insensibilidad, esa frialdad, ese, esto no es, no pasa, no existe. Ya recibiremos en nuestras propias carnes el rebote.
Yo, que también corro con los tiempos, también me acuso de este desapego. Pero, como no, pienso en el final, no tanto, pero sí en algún momento y creo que no lo temo como tal.  Pero si temo el  amor o desamor de mis cuidadores, pienso en la piedad o no de los que me tendrán que procurarme una muerte digna, y pienso que la muerte no es el final.
No me pregunten el final de que. No lo se.
Cuando hice el servicio militar, el toque de oración, era un momento, para mi. muy sentido. Recordaba a mis familiares vivos y lejos y a mis familiares lejos y muertos. Desde entonces ese toque lo asocio a la fiesta de Todos los Santos.
Pero, siendo totalmente contrario a la existencia de ejércitos con armas, tengo que decir que un himno del ejercito es de las pocas marchas, canciones, baladas, regetones, valses, sinfonías, etc, que me transportan y ponen el vello erizado, me emocionan, me transportan al cementerio donde me niego a ir.  Este 1982, el ejército español adopta como himno a los caídos (TODOS), la canción cristiana compuesta por un sacerdote, con un amplio curriculum de canciones religiosas famosas, “La muerte no es el final”, de la que solo trascribiré el estribillo que me he permitido transformar en un video de flores y amaneceres:

Cuando la pena nos alcanza
por un hermano perdido,
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.
                                                                        
En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.

Creo que el espíritu de la letra puede ser asumible por casi todos, y en el momento supremo, por todos los que lleguen lucidos. Porque, si de algo estoy seguro, es que por mucho disfraz de Halloween que me pongan por delante, voy a recordar a mis amigos y familiares, voy a escuchar ese himno y no dudo de que ya han llegado a esa LUZ.

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