«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

viernes, 24 de octubre de 2014

Donde yo vivo (VIII). Estadísticas de la pobreza.


Papas, ricuras, chicharrón, patacón, a la orden...

Lluna ya está dando saltos y raspando la puerta. Son las cinco y media. Este cachorro es un tormento. He recibido ya varios avisos, si no se civiliza un poco la facturaran. Y yo digo que es una niña curiosa y necesita correr, hacer maldades y castigarla por ello. Al fin aprenderá.

Subo acompañado de la negra Lluna a la terraza, y limpio el rincón donde hace sus cosas. Miro a la calle, empieza el movimiento. Miro hacia La Línea, está saliendo el sol. El día empezó.

Correa, dos bolsas de plástico y a la calle. Tan contenta tira, que se ahoga, se atraganta.

La caminata durara una hora y media. Necesito, es necesario que camine, es obligatorio caminar y de paso canso a Lluna.

Durante el recorrido, repaso lo leído la noche anterior en la prensa española, los chistes, chascarrillos, balones fuera, desmadre, irresponsabilidad, saqueo bancario, mofa del ciudadano perplejo y hemiciclos llenos de apoltronados ladrones  (es el modelo chulo y creído, creado por el PP de Aznar), y que don Rigodón Rajoy mantiene,

Noticias sobre algo tan serio, como ser responsable de la salud pública, y de la propagación de una epidemia mortal (y nadie dimite, porque la culpa es de los demás).

Noticias con un grado más de tontería cada día, sobre banderas, identidades, pueblos opresores, derechos histórico, siglos de historia, héroes épicos, purezas de sangre, etc.,

Lluna tira fuerte, y yo compito con ella, tirando en sentido contrario.  De repente en uno de los rincones que hay en el edificio de la iglesia veo un cartón abultado. No es la primera vez. Observo de reojo, no es conveniente mirar descaradamente, y veo que sobresalen unos zapatos negros, raídos y agujereados.

A su lado hay un saco sucio, como todo lo que veo, lleno de trastos inútiles. Lo reconozco. Antes, cuando me asome en la terraza, lo había visto removiendo en  las bolsas de basura.

Es muy fácil, en el paseo matutino, encontrarse seres sucios, con ojos de mirada perdida, con caras sin edad y bocas muecas.  Estos seres desaliñados y oscos,  aprovechan la hora en la que los vecinos sacan las bolsas a la calle, y antes que los peones de recogida al paso del camión vayan cargándolas, hacen su selección de tesoros.

En la calle se encuentran a estas horas un número apreciable de mujeres y hombres, revolviendo en las bolsas de basura, o pidiendo para un “tintico” (café). El dato de que la población bajo el nivel de pobreza es del 37,2 %, y que el 62 % de las familias tienen vivienda propia, me cabrea.

Que se entiende por nivel de pobreza?, que se entiende por vivienda?.  En este país, donde sus políticos son calco de los nuestros, que se llenan la boca de los logros de su política, y que con la sola mirada durante la caminata por esta ciudad de 40.000 habitantes, uno se ofende porque ve retratada la falsedad de sus palabras.

A esas horas de la mañana, los barrenderos están ya en la calle, aunque llueva. Llevan en la boca una careta de tela, mono azul eléctrico, el carro con el cubo,  la escoba y un cono de señalización, con ruedecitas, atado a su pierna, que arrastran como a un perrito de paseo.

No es habitual, Lluna hace sus cosas antes de salir, pero hoy he tenido que hacer uso de la bolsa de plástico para recoger su cosita. Si encuentro un barrendero depositare mi tesoro en su cubo. Las papeleras y contenedores brillan por su ausencia. Estos elementos tan comunes en nuestros pueblos y ciudades, son aquí, elementos efímeros. Los de la calle, los oscos y desaliñados, los sustraen y los venden para el reciclaje. Y los del reciclaje compran sin sentido ni razón, elementos nuevos de equipamiento público, o elementos que claramente han sido afanados descaradamente.

Mi acción de recoger la deposición de Lluna, es una rareza. La costumbre aquí, sea un ciudadano ilustrado o analfabeto, es, abrir la puerta de casa, soltar la/s mascota/s (perros), para que se den una vuelta, hagan sus necesidades en las aceras, esperar que vuelvan, rasquen  la puerta y supongo que se sentirán satisfechos de haber hecho su primera buena acción del día.

La vuelta, es ya más pausada. Lluna ya ha quemado sus fuerzas a la ida, tirando fuerte.

Voy encontrándome a chicos y chicas uniformados …..

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