
Hay diferentes adioses. Entre los adioses para siempre, y los adioses hasta luego, hay un sin fin de ellos.
Algunos son traumáticos y otros liberadores, y en medio de ellos otros con muchos matices.
Por lo general, gran número de personas, para amortiguar el efecto, o porque así va a ser, sustituyen el adiós con un "hasta luego", más soportable o esperanzador.
A 11 kilometos de altura, y a una distancia de 6.276 kilometros de Madrid, volando sobre una inmensidad de agua salada, sin aliaga donde asirse, sobre el Océano Atlántico, y con una temperatura exterior - 48º C, intentó no pensar en los adioses.
Es difícil ese ejercicio, las imágenes de cada despedida relampaguean de tal modo en mi cabeza, que parecen flashes de una cámara captando cada una de ellas.

Un adiós, con un hasta pronto sinceramente deseado.
Sì, un hasta pronto. Con un "pronto" real, no contemporizador, no vago y sin voluntad, si no, un hasta pronto, mas cerca que lejos.
¿Que quiere decir eso?.
Eso quiere decir, que la huella, el impacto vital, ha sido profundo. La cultura, la forma de vivir la "pobreza" injusta, el conformismo, las mil formas de sacar un suplemento al menguado sueldo. El trato educado y respetuoso, con palabras y hechos. La pobreza visible, tan visible que ofende a quien no está acostumbrado. El visible fracaso de una "democracia" que tolera, o no ataca desde la raíz, los estragos que produce la drogadicción, proporcional a la corrupción generalizada y que está presente en todos los ámbitos de la sociedad.
La convivencia con personas con mi mismo mal, u otras enfermedades crónicas, que sufren de escasez o desabastecimiento de los medicamentos necesarios para un mínimo sostenimiento de su calidad de vida. La mínima ayuda gubernamental para esas asociaciones que necesitan de recursos para organizar infraestructuras de mantenimiento y rehabilitación.

No cabe duda que los años de actividad de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), la comúnmente llamada "Guerrilla", a pesado en todo este rosario de caóticas desigualdades. A nadie se le escapa que si la "Guerrilla" sigue en pie, no es por sus propias virtudes, sino que hay intereses entrecruzados, los buenos y los malos se confunden, hasta el punto que uno puede pensar que es ficticia. Es real en su acciones, pero mantenida de una forma ficticia, produciendoles "regalías" a personajes que supuestamente se mueven en la legalidad y el gobierno.

La marihuna y el "pegante" (la cola que usan los zapateros, generalmente), tan a mano de la gente, o consegible con trapicheos y pequeños hurtos, y que con mucha frecuencia degenera en ajustes de cuentas por el control de las zonas de distribución "ollas". Esas drogas destruyen a jóvenes y no tan jóvenes, que se covierten e los locos de la calle, escarbando basuras y durmiendo bajo cartones en cualquier portal.
Un pequeño accidente de circulación, por lo general se arregla amistosamente en España. Eso no evita que en un primer momento el más afectado o menos culpable muestre enfado. Pero mi experiencia fue especialmente triste, ya que un aparente educado colombiano, con chulerías y marrullerías me avisó de "arreglar cuentas al modo colombiano", pronunciado ante al policía de tráfico (quien miro hacia el cielo como quien mira si lloverá), en el caso de que mi compañía de seguros no respondiera satisfactoriamente. " Al modo .... ", consiste en una visita de personajes pagados quienes con unos golpes, avisarían de males peores, de no dar solución a una situación o deuda. Estos personajes, los sicarios, tuvieron en otro tiempo un protagonismo importante. Hoy, los hay, siguen con su trabajo frío y sangriento, pero menos.
Alguien dirá que con el cuadro que he pintado, ¿que se me ha perdido allí?.

Por eso mi adiós de hoy es un hasta pronto, Colombia.
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