La informática es hoy la base del funcionamiento en la que se apoya la especie humana. En la actualidad cualquier dato esta almacenado, se procesa y se transmite en formato digital. Esa información y esos datos mueven el mundo y si falla alguna conexión por insignificante que sea se crea una verdadera tragedia.
Por lo general no conocemos hasta que punto estamos bajo su control, pero lo sentimos especialmente cuando tenemos que tratar con aquellos estamentos mas cercanos, como es la banca.
Los bancos son sin duda el ejemplo mas caliente de uso de datos, del poder de manipulación, y de como se las gasta la informática.
Los mayores son los que mas sufren esta revolución.
De como es nuestra interacción Cajero Automatico-Cliente, voy a intentar recrear el pago de una factura en un cajero automático, y creo que cualquier amigo lector se vera retratado. O así es como me siento yo.
El cajero de toda la vida, el de carne y hueso, está parapetado detrás del antiguo mostrador lleno de propuestas de alta rentabilidad, pero curiosamente no tiene ningún cliente interesado.
Al empujar la puerta, notamos una ligera resistencia. Ya en la puerta comienzan actuar las diferentes dificultades, estudiadas para quitarle fuerza al cliente. Sería una buena comparación, el banderillero en una corrida de toros. Con las banderillas va quitandole fuerza al toro. Así, si el cliente venía con aires de socio, amigo preferente, un ser importante o cualquier otra cosa que en algún momento se le hizo creer, de puertas adentro, se van produciendo obstáculos programados que nos bajen los humos, tan sólo somos uno número de veinte cifras, IBAM, Código Internacional de Cuenta Bancaria.
Después de observar un orden estricto, temerosos, nos acercamos al gran ojo que parece la pantalla del cajero.
Ningún cajero tiene el gran ojo y las diferentes funciones a la altura de nuestros ojos y manos. Si queremos apoyar la documentación, no hay sitio para colocarla. En alguna ocasión incado de rodillas y con los papeles en el suelo he realizado la "operación".
Los titubeos ponen nervioso al viejo cajero de carne, que observa, parapetado en su sitio, no mueve ni una pestaña, pero piensa y tiene órdenes de que:
- "Hay que dejarles que aprendan".
- "No, a éste hay que darle "sopetas". Es necesario ayudarle cuando se va hacer tapón.
- "Señor, esto es fácil". Pero hay que ponerlo ligeramente en evidencia para ejemplarizar a quienes esperen detrás.
Hunde el cajero de carne las teclas de las diferentes opciones, sin que el pobre aprendiz tenga tiempo de seguirle. Coge la mano temblorosa, donde el infeliz sostiene el documento y le acerca a un haz de luz azulada:
- "Encuadrelo, el código de barras, rápido, o le van a dar las doce de la noche."
Donde debe colocar el dinero a ingresar es una ranura amable y hermosa. Nos invita a dejarlo, queda en buenas manos.
Pedir dinero al cajero es, a veces, un acto de valentía, no sabemos si nos va a salir con un silbato de atención o de falta de liquidez. Cualquier señal sonora pone a los colistas en modo de "atención", y cada uno lo interpreta relacionado con su propia situación. Algunos cajeros tienen el lugar por donde recogemos el dinero, que parece la garganta de un tiburón que va a morder nuestra mano, o nos vamos directo a electrocutar. Nos aventuramos a introducir dos dedos, por si acaso, y no sea demasiado la incapacidad que nos va a producir.
Cuando el aparato detecta entrada de dinero, ronrronea como gatito satisfecho y cruje por dentro mientras cuenta y recuenta los billetes que has ingresado. Son los usureros que están luchando por las comisiones, por los ingresos, por el ahorro, por tener 1000 euros, por mantenimiento de libreta y porque sí.
El cajero también ha soltado monedas, son la minucia que ha quedado del atraco. El banco tiene bien estudiado el asunto. Tiene infinitos recursos para que después de la vaciada de cartera que nos ha hecho, estemos contentos y que el cliente "nazareno" se sienta junto a su banco un benefactor del medio ambiente, o padre adoptivo de un niño/niña de las aldeas infantiles .
- "¿Quiere colaborar en la recuperación del medio ambiente?. No imprima su justificante de la operación, véalo en pantalla.".
Y si piensas un poquito, después. En el momento no puedes pensar, unas chismosas están soltando pestes, y las miradas son matadoras.
Luego, decía, nos damos cuenta que quien está ganando es el banco, hasta el papel del justificante se lo ahorra.
Recogemos los papeles del suelo y salimos a la calle. Acabamos de escenificar nuestra situación de súbditos del banco.
De rodillas y dejando allí el fruto del sudor de nuestra frente.
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