«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

martes, 15 de noviembre de 2011

20 - N. Lo que yo viví.


Acontecimientos del dia 22 de noviembre de 1975.
Video editado por Vicent Ibañez, a partir de la serie de TVE "La Transicion española". Musica de Beyonce, Hello. 




Siguiendo las costumbres americanas, abrevio el título para esta columna, con un acrónimo, a lo que en los EE UU están tan acostumbrados.

No se cuando empezó mi interés por la política, pero por la documentación que poseo, sería a primeros de los años 70.

Entre los años 1973 al 1977, el ambiente político nacional estaba muy agitado e interesante. El Dictador tenía una edad en la que el resto de los humanos ya están, sentados en la plaza o paseando contando batallitas. Nuestro abuelo o bisabuelo, no quería soltar las amarras, aunque en algún discurso dijo que todo estaba “atado y bien atado”.

Con el título de Príncipe de España, y con las reticencias de una parte de los guardianes de la ortodoxia franquista, el Régimen se había dedicado a pasear el Príncipe de España (no podía ser de Asturias, porque su padre no lo autorizaba, Franco y D. Juan, no se hacían), lo hicieron llevar, decía, por capitales y pueblos de España. Recuerdo que en casa le llamábamos “El Medallero”. Cada pueblo le ofrecía la medalla, o las llaves de la ciudad. Todo de oro. Creíamos que el príncipe estaba recogiendo esos regalos para hacerse una fortunita con el oro, y así, sería como debe ser, un rey, poderoso y rico.

Recuerdo, también, que algunos trabajadores del Ayuntamiento de Benissa, nos enviaran a Dénia con un trozo de bandera de España, y no se porque, una esquina la tenía de aguantar yo y la otra se iban relevando el resto de desplazados al acontecimiento. Nada que ver con los acontecimientos de hoy día. Con mucho afecto recuerdo aquel día a Dénia a José Orihuel “Pepe Pequenyo”, siempre de broma y su buen humor. Seguramente sería yo el más novel en la empresa, por eso era el abanderado principal. Su paso por la capital de la comarca fue como en aquella película de “Bienvenido míster Marshall”. Bip-Bip.

Damos un salto y nos centramos en el último semestre de 1975.

Y Marruecos, aprovechando que el barco hacía agua, organiza la Marcha Verde, y con una vergonzosa retirada de tropas españolas, se entrega, la en otro tiempo provincia española del Sáhara, al chantajista Rey del Marruecos Hassan II. Han transcurrido muchos años, y los saharauis se encuentran en las mismas circunstancias que entonces, si no peor.

Entrando en el último cuarto del siglo XX, en el mes de septiembre de 1975, se produce un Consejo de Guerra Express, del 11 al 18 de septiembre, y con 11 sentencias de fusilamiento. El Gobierno se da por enterado y el Dictador no ejerce la potestad del indulto en cinco de los sentenciados. El clamor mundial, tanto en las masivas manifestaciones en casi todas las capitales democráticas, como en reuniones con altos mandatarios, peticiones públicas de personalidades relevantes, y el Papa Pablo VI hasta tres veces intercede, todas son desoídas por el Dictador.

EL 1 de octubre, (por aquellas fechas era la fiesta del “Día del Caudillo”), para contrarrestar, se convoca una manifestación masiva en la Plaza de Oriente. Entre otros, uno de los eslóganes repetidos era “no queremos apertura, queremos mano dura”, o “muerte al comunismo”.

El Gobierno se siente aislado y empieza una campaña defendiéndose y en contra de los países más críticos.

Así estábamos a mediados año 1975, y con 312.421 parados, el doble de los parados de 1974.

Yo, ese verano de 1975 decidí que mi época de estudiante había acabado. Y prolongué mi trabajo del verano en Promociones Porsellanes.

Seguía la situación política con preocupación pero al mismo tiempo con la esperanza de un cambio. En aquellas fechas era uno de los pocos lectores en Benissa de la revista Cambio16, tengo encuadernados todos los números, desde 1974 al 1977.

Franco cae enfermo el día 17 de octubre. El príncipe de España había asumido temporalmente la dirección del estado, el año 1974, por un problema de flebitis del Dictador, dirección que le fue retirada rápidamente, no fuera a tomárselo muy seriamente. Otra vez, sin llegar tomar la suplencia, asume un protagonismo con su presencia en el Sahara.

Después de un mes de escuchar, en cada telediario la cantinela de … “ según el comunicado del equipo medico habitual”, después de días de un ensañamiento “carniceril” sobre el cuerpo del Dictador, con operaciones, transfusiones, peritonitis, hemorragias, traslados rocambolescos.

Despues de cinco semanas de agonía, que parecía que alguien lo quería mantener otros cuarenta años, en la madrugada del día 20 de noviembre, con el transistor en mi oreja, escucho la noticia, el hombre que durante 38 años rigió los destinos de este país, que era odiado y aclamado, había muerto.


Me levanto de un bote, me visto y decido, tenia 17 años, que nadie me iba a contar el que ocurriere en Madrid. Con reticencias familiares, me vaij arreglar con una bolsa blanca Adidas, un abrigo de mi padre y poco más, autobús, tren y me planto en Atocha –Madrid la fría madrugó del sábado 22 de noviembre.

En el tren, un hombre mayor y enfermo, asentado a mi lado, me dice que va a despedir a Franco. Es del Valle de Uxo, trabajador jubilado de la fábrica de calzado Segarra, jubilado por incapacidad. Lo veo bastante mal. No rezo, desconocedor de Madrid y enfermo. Y error, me compadezco de él, y ya todo el tiempo fui frenado en mi ímpetu de ver y estar en todos los escenarios de los acontecimientos. Ralentizo el mía marcha y me acoplo a su caminar fatigado.

Llegamos en la plaza de las Cortes, y un gentío copaba las primeras filas detrás de las cierras. Yo con mi cámara de fotografiar (nótese que ya tenia afición), esperando la llegada de los Príncipes de España y la posterior salida de los ya, Reyes de España. Estrujamientos, gritos, vivas, aplausos y al otro lado de Madrid un vela.

Del discurso, aunque había altavoces, no nos enteramos de nada.

Ya salen. Vivas, aplausos, empujones, de encajes, levantando la cámara y foto. Desfile militar.

Bocadillo en el Parque del Retiro. Poco dinero llevaba.

- Oye Vicente. Me acompañas hasta la capilla ardiente?.

- Vale.

Encontramos un final de la cola hacia el Palacio de Oriente. Son las cuatro de la tarde, y estamos en la calle de Alcalá, a la altura del Banco Central. A la 1 de la madrugada (no contaré ahora ninguna anécdota, porque esto hoy se esta alargando), compruebo, lo que Arias Navarro había afirmado, que Franco esta muerto. Y yo muerto de hambre, frío, cansancio.


Por el camino, por suerte, hemos reservado una habitación. Aquel hombre del Valle de Uxo, se pasa toda la noche quejándose. Es tal la tabarra que estoy despavorido por si se muere aquella noche. El día siguiente, después de ver que la Plaza de Oriente, durante la misa de funeral, estaba medio vacía, el hombre me pide que le acompaño al Bernabeu, que había partido, creo que el Betis.

-         ¡Vaya con el enfermo! , incluso tenia ganas de fútbol.
        

Haciendo tiempo hasta la hora del tren, él en el fútbol yo en los Jardines Sabatini, reflexionando hacia donde nos llevaría la historia.

El domingo 20 de noviembre de 2011, ejerceré mi derecho al voto, recordaré que durante 40 años, no hubo esa posibilidad. Pero mi voto es crítico. Es escéptico. Es indignado con esta clase política que, para mí, ha pervertido el espíritu democrático posterior al franquismo.

Y espero, ay!, que no nos continúan defraudando, Señorías.


 

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