Hoy
comprendo porque un enfermo o un anciano impedido es tan exigente, egoísta,
cargante, cansino y hasta aborrecible.
Después
leyó, “Con nuestras palabras”, y allí contaba su experiencia, desde los 33 años
de edad. Hacia pues 31 años que convivía con el Parkinson. Leyó Odiseo, también
su libro testimonio. “DESAFIANDO AL PARKINSON” (Grupo
Editorial Universitario - Granada, 2012). Y se entabló una amistad, y mediante la aplicación informática Skype,
sus charlas periódicas terminaron por subyugar al errante.
La fundadora de la Asociación de
Parkinson de Granada, durante nueve horas, permitió al errante acompañarla en
su paseo, comida y vivencia.
Un paseo por el Parque Federico
García Lorca, donde se ubica la casa de la Huerta de san Vicente, 6, lugar de
vacaciones de la Familia García Lorca, hoy casa-museo.
Una visita a los seguidores de su
obra, la Asociación de Parkinson y sus dependencias. Departir con su presidenta
actual, otra joven mujer coraje, con Parkinson y su marido con una afección
cerebral que le hace dependiente.
Comida en un restaurante de su
elección, con visita leve de su “amante ingles”.
Contemplar Sierra Nevada y
Granada desde un mirador. Blanca la montaña, plateada la ciudad, el sol
producía ese efecto. Carmen, sensible y poeta se lo hace notar al tosco
errante.
Después, de vuelta a casa, charla
profunda y sincera. Mientras, el celoso inglés, como si nada, porque sí, fue
apareciendo. La sonriente, dicharachera, ingeniosa e inteligente mujer, quedó
como una estatua humana de un parque o esquina.
La rigidez total y absoluta del
cuerpo, la incapacidad total y absoluta de valerse por sí misma, hasta para
beber el “biberón” que contiene la droga. La “normalidad” vuelve al cabo de
hora y media, por lo que el brebaje no es la panacea rápida. Quien decide y
actúa es algún duende neuronal, caprichoso y cruel. Durante la experiencia, de
los ojos ruedan lágrimas, no son de llanto, son debidas al excesivo tiempo que
los parpados, rígidos también, mantienen los ojos abiertos. El errante siente
una rabia profunda. A la vuelta, dolorosa por el rato de tensión rígida, de
pie, como si de un baile se tratara, se desentumece, y el baile lo es en parte
voluntario y la otra involuntario, las discinesias.
En la despedida hay un momento
mágico, el errante agradece, sin palabras, el día que le ha ofrecido Carmen.
Esas nueve horas son para él, un ejemplo. Una experiencia. Y producen en él un
estado de bienestar y orgullo. Hoy el errante se siente más sabio. El errante
ve reforzadas sus creencias y decisiones. Y si acaso, la rectificación mínima
en la dirección de su nave.
La visita a la joya de La
Alhambra y El Generalife, solo, cámara en ristre, con el recuerdo del día
anterior, cierran este Descenso a los infiernos.
La blanca camisa que lucirá el
domingo próximo, merece ahora toda su atención.
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Y CON CARMEN, CANTO
RESISTIRE
Si el
cuidado/res o familiar/es no asumen, interiorizan y empatizan, en fin, no saben percibir y
comprender los sentimientos, pensamientos y emociones del enfermo; ponerse en lugar del otro para entender su
situación, será un verdadero suplicio para ambos.
El dependiente, el gran dependiente siente
pánico a quedarse solo, a no sentir la presencia del cuidador, ya que se sabe
en manos de él para sobrevivir. La proximidad y la empatía le producen
seguridad, sobrevivirá y podrá seguir viviendo, con todo su conocimiento y
siendo consciente, en la cárcel de un cuerpo que no responde.
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El errante,
hizo un paréntesis debido a las tiernas y familiares fiestas de Navidad y Año
Nuevo, suspendió, y ancló su nave.
Rompió cualquier semejanza, ni historia que se le parezca, al periplo del héroe
Odiseo. Tampoco es ese su fin.
Mientras
esto escribe, ya lleva planchadas tres camisas, dos camisetas y unos
pantalones. Vuelve del segundo Descenso
a los infiernos.
La nave le
transporto plácidamente, conducida por Alejandro, a la ciudad que es: sueño-gitana-melancolía-fantasía.
Durante cuatro días Odiseo pernoctó en
la antigua capital del Reino Nazarí. Granada.
Granada fue y
es una joya, fue deseada por los Reyes Católicos, y nunca la conquistaron. Se
llegó a la entrega del reino mediante negociaciones, reflejando los acuerdos en
las Capitulaciones, las cuales otorgaban, entre otras, el derecho de seguir practicando
la religión y el derecho islámico. Vemos pues, que la tolerancia real era un
hecho. Pero, siempre hay un pero. El confesor de la reina Isabel, el Cardenal
Cisneros, inicio una campaña de conversiones forzosas, con confiscación y quema de
libros, encarcelamiento de alfaquíes y procesos inquisitoriales. En suma el incumplimiento de lo prometido y
pactado. ¿A que suena esto?.
Particularmente,
y con la confiscación y la quema de libros, ya existía la pulsión, la herencia
secular de la España del “Muera la intelectualidad traidora, ¡Viva la muerte!”
de Millan-Astray, frente al “Venceréis, porque tenéis
sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis”, de Miguel de Unamuno. La de la
escuela privada con sus intereses y principios religiosos o políticos, frente a
la, cada vez más estrangulada, escuela pública gratuita, laica y libre.
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Bien Odiseo. Siempre te vas por las ramas. Esa vena
critica tuya. Que se te perdió en Granada?.
La conoció en Jaén
en julio de 2011. El primer encuentro, en el desayuno del hotel. No conocía a
nadie. Se sentó en una mesa donde dos mujeres maduras estaban peleando con
zumos y cafés, ensaimadas y cruasanes. En la batalla, ella tumbo el zumo o el
café. Que nervio de mujer!.
1 comentario:
Hola Vicent, me ha emocionado lo que has escrito de Carmen, mi amiga desde hace años. Con tu palabra precisa, profunda, has logrado despertar esas emociones de sertir a una persona que es todo un monumento a la fuerza, la resistencia, la aceptacion, el abandono, la vida.
Estar con Carmen unas horas, es tener la experiencia de la relacion con el parkinson de frente, en un baile que a veces es rapido, invasivo, y otras veces tranquilo y sosegado.
El amante ingles, como llama Carmen a la enfermedad, esta presente siempre, de alguna forma.
Gracias por haber sentido a Carmen, una persona integra y completa que se nos muestra en toda su fuerza y tambien su vulnerabilidad.
Rosa Estañ (Granada)
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