No hace mucho, para
mí no tanto, las iglesias se llenaba de feligreses, sobre todo los sábados por
la tarde y los domingos.
No hace mucho, para
mí no tanto, en la iglesia, las mujeres y los hombres se sentaban separados. La
nave, como ahora, tenía dos filas de bancos,
y un pasillo central.
No hace mucho, para
mí no tanto, antes de entrar a la iglesia las mujeres se tapaban con un velo negro
la cabeza.
No hace mucho, existía temor al incumplimiento de alguno/s de los 10 mandamientos, ya que constituía
un pecado mortal.
Tradicionalmente, se ha dado más importancia a unos pocos
mandamientos, como si los hubiera más graves y menos graves.
Los mayores recordamos que el octavo mandamiento de la
Ley de Dios prohibía: atestiguar lo falso en juicio, calumniar al prójimo,
decir cualquier clase de mentira, murmurar, juzgar mal del prójimo, descubrir
sin motivo sus defectos, y toda ofensa contra el honor y la buena fama de los
demás.
Eso para los creyentes.
Para los no creyentes, hasta no hace mucho, la vida
privada de las personas, era eso, privada.
Y sea porque algunas personas nacen con el “don de xusmeria”
o que desde un tiempo a esta parte, nos hemos contaminado por las televisiones,
podríamos decir, LA TELEVISION, que ha sustituido la asistencia a misa y
trivializado muchas cosas, tiene un contenido de programación con un alto grado
de exhibición de la vida privada e íntima de personajes “famosos”, que lo son, por
eso, por exhibicionistas y hasta por anónimos ciudadanos que se prestan a
contar sus intimidades.
No, no se confunda, no se trata del honor público.
El honor público, ese hay que ganárselo y
mantenerlo. Y es con respeto, criticable, ya que ese honor se ha puesto como
aval en la toma de posesión.
En todo caso, el honor público se ha
perdido. El único responsable es el servidor público. Ese que de servidor público
ha pasado a ser servido, más bien, se ha servido.
No señores, esta entrada va dirigida a la privacidad y el honor de las personas.
Me refiero al honor privado.
Me
refiero al murmurador/a que se dedica a criticar, cotillear, calumniar, desacreditar, difamar,
censurar, zaherir, comadrear, desollar, despellejar,
emponzoñar.
A
ese o esa, “cabaset femeter” que con el “sabes que …?”, después de repartir estiércol
sobre el honor de quien no está presente, al volver a casa no puede abrir la
puerta por el estiércol acumulado tras ella.
A
esos, que pueden ser desde un analfabeto/a a un abogado/a, a los del estiércol tras la puerta de su propia casa, les aconsejo unas
friegas de amónico en la lengua y buen baño en salfuman y
Chanel nº 5.
Quedaran
como nuevos/as.
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A modo de
información:
La
televisión es de cuatro. Sí, cuatro cabezas visibles y unas cuantas invisibles.
Por lo que del monopolio TVE, hemos pasado al cuadripolio.
A
parte de la TVE, tradicionalmente pro-gubernamental.
La
televisión es de:
Mediaset (Telecinco, Cuatro, La Siete, FDF, Divinity, Energy, Boing y La
Tienda en Casa).
Planeta y la italiana De
Agostini, cuyo presidente es José
Manuel Lara Bosch (Antena 3, Nova, Nitro, Neox, La Sexta, La
Sexta 2, La Sexta 3 y el canal de pago Gol TV).
Liberty Acquisition Holding, controlado por
Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin. (Prisa TV ,antigua
Sogecable, que engloba a Canal + y a otros canales temáticos que emiten en
cable o ADSl.
Veo
Televisión, que abarca a Marca TV, Discovery Max, 13 TV y el canal de pago
AXN. La empresa es propiedad de Unidad
Editorial (Unedisa), editora de El Mundo, Marca y Expansión,
entre otros, y que está controlada en un 96,3% por la italiana RCS MediaGroup.
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