«Gracias a la libertad de expresión hoy es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco».

Jaume Perich (1941-1995). Escritor y humorista

martes, 16 de agosto de 2011

Una farola, una gaviota y el amanecer.

No se si sabréis que un defecto común entre los “parkinsonianos” es el de no respetar los tiempos del sueño. Como si quisieras apurar un tiempo que se escapara aprovechamos y apuramos las horas, y las nocturnas especialmente nos hacen mas despiertos y creativos. 

Por supuesto que esto de no respetar las horas de sueño esta mal, es uno de 
los caballos de batalla de neurólogos y psicólogos hacia los pacientes, 
pacientes que caso omiso, siguen con sus aficiones viejas o recientemente
adquiridas, dejándose caer al amanecer, o ni eso tan siquiera.

Yo, en mi vida fui poco trasnochador. Ahora, como la canción de Sabina 
(ya sabéis que Sabina es mi músico de cabecera), …”que sueño de noche, 
que duermo de día”, entre otras, dedico un tiempo a la fotografía.  Pero como siempre 
digo, a la fotografía natural,sin retoques ni photochops. Una de mis horas preferidas 
son las del amanecer. Algún día veré que tal los atardeceres, pero de momento es 
el amanecer del nuevo día el que me interesa. 
 
 
 
Durante el amanecer, único cada día, y cada minuto y cada segundo, los 
matices van cambiando en todo el cuadro que abarca nuestra vista. Imposible 
retenerlos, ni vídeo ni fotografía. Es un movimiento de luz imparable y que corre 
se escapa y no hay manera de atraparlo.


Laica, me acompaña en los amaneceres, y yo se lo agradezco, ya que así no 
tengo la sensación de hablar y admirarme solo del espectáculo. Voy con un ser
vivo, que escucha, que se queda mirando, pero a diferencia de los de mi especie, 
no sabe a ciencia cierta si son ordenes o desvaríos de su amo. 
 
Por esa misma razón, Laica no observa el espectáculo. No le da importancia. 
Ella va a sus olfateos y sus carreras, y todo sin perderme de vista.
 
La última escapada para retener alguna
 ínfima parte de un amanecer único, 
decidí que seria desde el último palmo 
de tierra mas oriental de la península. 
El Cabo de 
La Nao.
 
El amanecer era el típico de verano, muy
brumoso. No esta mal, pero hace tiempo 
que busco una fotografía con el mar hecho 
un espejo. Ya la conseguiré. Un contratiempo, el despiste, la cámara fotográfica 
sin batería. 
 
-  “Muy bien Chaval, perfecto, la alegría de la huerta. Joer, Vicent, cada 
día estas mas cachochi, Collons”. 
 
.  Mira, la cámara de video tiene la función cámara y además no esta nada mal, es 
buena. Probamos, pues. Foto, otra, otras, otras más. Eso de no tener que revelarlas 
para desechar lo que no gusta o interesa es un gran invento.

Durante la sesión fotográfica me llamó la atención una gaviota, a Laica también. Solo me
fije que se escondía de nosotros y que como nosotros estaba viendo el espectáculo.

Una vez sentado ante el ordenador aparecen imágenes que en el momento instantáneo
de la toma, ni sabía que tal o cual era mejor toma que la siguiente. Y observo que la dichosa gaviota me ha entretenido más de lo normal. 

Y las fotografías muestran una gaviota 
bajouna farola que ya no tiene luz, 
observando la impresionante explosión
de luz que viene hacia nosotros y que 
a diferencia de cualquier 
otra explosión no nos asusta, no nos 
hace huir, más bien nos cautiva, nos
engulle,porque sabemos que esa luz 
es un nuevo día. Y un nuevo día, para
mi es una bendición, sea como sea, 
ya que con la actitud que se toma así 
será durante todo su transcurrir. 
 
Por supuesto, viendo el espectáculo, no hay mas remedio que decir: 
 
    -    “Que día mas precioso”.
 
Feliz día para ti.

1 comentario:

Marisa dijo...

Impresionantes las fotos. Sólo por ese escenario merece la pena madrugar.